En toda buena traducción hay, por lo menos, dos pasos claves que son necesarios para generar un producto final de buena calidad: traducción y edición. Por lo general, estos dos pasos los llevan a cabo dos lingüistas distintos para garantizar que la traducción sea vista por dos expertos (o más si se realiza una revisión). Cuando un segundo lingüista edita una traducción, mejora la consistencia y precisión de la traducción original, garantizándole al cliente que cualquier posible error hecho por el traductor ha sido corregido por el editor. La mayoría de los lingüistas que participan en la industria de la traducción suelen trabajar tanto como traductores y editores. Sin embargo, a pesar de que ambos trabajos son similares, se los debe abordar de distintas maneras y el lingüista debe tener un propósito ligeramente diferente mientras realiza el trabajo.
El traductor es el primer lingüista que trabaja con el texto fuente. El objetivo principal es traducir con precisión el texto, de la lengua original a la lengua meta. El trabajo es muy técnico y el traductor debe poder comprender perfectamente el texto fuente y, a su vez, entender el contexto lo suficiente como para producir una traducción que realmente tenga el mismo significado que la fuente, que esté escrito con el mismo estilo y que utilice el vocabulario adecuado considerando el tipo de texto (promocional, literario, legal). Además, el trabajo del traductor es el más tedioso, ya que debe investigar el vocabulario y los términos específicos de la cultura y la industria. Por otro lado, dado que la traducción es la parte del proceso que más tiempo requiere, el traductor se debe enfocar en la eficiencia y la productividad para no retrasar el proceso y garantizar que el/los lingüista(s) que revise(n) el texto lo reciba(n) a tiempo.
El editor es la segunda persona que trabaja con el texto fuente y la primera persona que revisa el contenido meta. El editor se debe centrar en mejorar la calidad general de la traducción. Especialmente, debe centrarse en la precisión y elección de palabras, el uso consistente de vocabulario y estilo, la gramática y la puntuación. A veces, los textos largos se dividen entre más de un traductor. En ese caso, el trabajo del editor es revisar la traducción completa para garantizar el uso consistente del estilo y la terminología. Asimismo, es tarea del editor garantizar la lectura de la traducción como si hubiese sido escrita por el autor en la lengua meta. Un corrector luego perfecciona esta tarea. Sin embargo, el editor debe tener cuidado de no imponer demasiado su propio estilo y de no corregir por demás. El trabajo del editor no consiste en agregar su propio toque estilístico, sino en mejorar la calidad y garantizar que se cumplan las expectativas del cliente. También es muy importante que el editor tenga cuidado de no dañar la traducción. Por lo tanto, debe investigar cada término del que no esté seguro y nunca adivinar (el traductor puede ayudar en este proceso, dejando notas para el editor respecto a la elección de palabras, y vocabulario o frases particularmente difíciles).
En el mejor de los casos, el traductor y el editor trabajan con la mayor simultaneidad posible y están en contacto directo. Sin embargo, no siempre es fácil lograr esto en una industria tan globalizada. Por lo tanto, suele ser la agencia de traducción la encargada de garantizar la comunicación entre los lingüistas que colaboran en un proyecto.