Hemos hablado antes acerca del uso de los emoticones para comunicarnos y se ha cuestionado si pueden convertirse en una nueva forma de comunicación, en un nuevo lenguaje. Hasta donde sé, la pregunta ya tiene respuesta. Es un nuevo lenguaje basado en la tecnología, una involución hacia nuestras formas de comunicación sin palabras. Las pequeñas caras amarillas y los GIF animados reemplazan los gruñidos y los gemidos de nuestros cavernícolas. Hasta se han creado nuevos teclados en los que se sustituyen las letras con emoticones.
Últimamente se pueden ver por televisión varios comerciales que promocionan la presencia ubicua e invasiva de los teléfonos celulares, las tabletas, y las pantallas; de manera subliminal, programan a las personas para que piensen que es así como deben comunicarse: solas y detrás de un monitor. No estoy en contra de la tecnología, al menos no de una forma extrema, de hecho, me beneficio de ciertas utilidades. Sin embargo, me parece que, indudablemente, hay una fuerte sensación de que todos estos juguetes y aparatos con los que nos pasamos todo el tiempo están cambiando nuestra forma de comunicarnos y relacionarnos, nuestra forma de existir.
Hay un nuevo comercial de TV que, en mi opinión, da un poco de miedo. Hay una pareja que no se habla porque, aparentemente, discutieron; andan solos y desanimados por la casa. Finalmente, se reconcilian, sin mediar palabra, a través de sus teléfonos celulares, usando símbolos visuales. Lo que da miedo es darse cuenta de que no solo siguen sin hablarse, sino que también están en la misma casa. Amor y lenguaje a través del frío y mudo resplandor azul de una pantalla.
¿A qué conclusión llegamos? ¿Las generaciones futuras involucionan (o evolucionan, ustedes deciden) en un lenguaje formado por colecciones de pequeñas caras amarillas, gatos sonrientes, pulgares arriba y pulgares abajo? Si esto es así, ¿cómo lo traducimos? Piensen hacia dónde vamos, esto es solo el comienzo. Continuará…