En la última entrada intenté desentrañar la compleja tarea de traducir juegos de palabras. En concreto, me aboqué a aquellos recursos lingüísticos que, gracias a semejanzas formales entre estructuras lingüísticas, difieren semánticamente entre sí y tienen un efecto comunicativo determinado. No obstante, el texto hacía alusión a estrategias y figuras discursivas, mas no así a juegos propiamente dicho.
En la presente entrada, en cambio, me propongo detenerme en algunos juegos (estrictamente hablando) que tienen como materia prima el lenguaje. Si los denominados juegos de palabras analizados en la entrada anterior presentaban una verdadera dificultad para el traductor, los juegos aquí descritos constituyen casi una utopía de la transculturación.
Quienes hayan tenido una educación bilingüe en una escuela anglosajona, posiblemente recuerden que existía toda una gama de disciplinas, tanto deportivas como intelectuales, en las cuales se podía competir. En la segunda categoría, estaba la posibilidad de poner a prueba la capacidad de deletrear distintos vocablos del idioma inglés. Los que teníamos inquietudes lingüísticas tempranas, y vaya que ser alumno de una escuela bilingüe podía suscitar dichas inquietudes, seguro nos preguntamos por qué el spelling contest no se disputaba (también) en español, vale aclarar que los ganadores de este certamen solían ser hijos de angloparlantes nativos, o quienes habían pasado alguna parte de su infancia en un país de habla inglesa. Lo cierto es que una competencia de esta naturaleza carecería totalmente de sentido si se la llevara a cabo en español, ya que en este idioma hay, sacando algunas excepciones en las distintas variedades del mismo, una relación mucho más directa entre fonemas y caracteres y deletrear un vocablo no presenta mayor dificultad.
La Batata macabra es un juego similar al Dígalo con mímica (Charades, en inglés) pero en el que el participante, en lugar de materializar su representación sin emitir palabra, debe hacerlo solo con palabras que lleven la vocal ‘a’. Este juego es un recurso muy útil para la enseñanza de español como lengua extranjera, y quienes estamos cerca del campo de la enseñanza de idiomas extranjeros y temas aledaños, seguramente hayamos pensado si era posible trasladar este juego a otros idiomas. La respuesta parece bastante obvia.
Los traductores de la novela El secuestro del escritor francés Georges Perec, publicada originalmente en 1969, obtuvieron el Premio Stendhal a la Traducción en 1998. Se trata de una novela de intriga escrita en forma de lipograma en la que se omite (secuestra) la letra “e”, la más usada en francés. Para su versión en español, los traductores optaron por prescindir de la “a”. He aquí un brevísimo pasaje de esta lograda adaptación de una suerte de batata macabra de la literatura.
“Siempre he tenido en secreto el oscuro embrollo de tu origen. Si pudiese, te hubiese dicho hoy el Tormento que pende sobre nosotros.”