En el ámbito de la traducción, se conoce como “traducción literal” a aquella que sigue palabra por palabra la redacción del original. En la mayoría de los casos, los traductores optamos por despegarnos un poco del texto fuente, no en cuanto al significado, sino a las formas de redacción y, a veces, la elección del vocabulario. Esto es así porque traducir muy literalmente provoca un efecto de rigidez y falta de naturalidad en el texto meta. Sin embargo, existen los dos extremos: casos en los que traductor opta por ser extremadamente creativo, y casos en los que se sigue el original al pie de la letra. Veamos los siguientes ejemplos.
Los casos más conocidos de traducción creativa están relacionados con lo artístico. Así, la traducción de una canción, de un poema, o incluso de un texto publicitario, será bastante diferente del texto fuente porque intentará plasmar no sólo el significado de las palabras, sino también su belleza y musicalidad. A veces, también, se intenta mantener la rima u otras figuras literarias como la aliteración (repetición de un sonido) o los juegos de palabras. En todas estas situaciones, el cliente podrá observar que tal vez la traducción “no se parece” tanto al original, pero finalmente cumplirá su cometido al mantener la llamada “equivalencia funcional o dinámica”.
Fuera del ámbito artístico, a veces el traductor elige despegarse del texto de origen por otros motivos. Esto sucede por lo general cuando quien ha redactado el texto ha cometido algunos errores. Uno muy común, en inglés, es el uso incorrecto de la sigla i. e., que significa “es decir” y se utiliza para reformular lo ya dicho. Muchos autores la confunden con e. g., que se utiliza para introducir los ejemplos. Frente a este caso, el traductor puede escribir en español “por ejemplo” y corregir el error. Otras veces, la redacción es confusa y reiterativa y se opta por reformularla. Por ejemplo: si el original dice “With this information as a guide, a hiring manager can probe the most important areas using this information”, el traductor optará por reformular la oración y evitar la redundancia. Podrá decir: “Utilizando esta información como guía, el gerente de personal puede evaluar las áreas más importantes” y eliminar la repetición.
¡Pero cuidado! Es posible que la literalidad sea necesaria y no pueda eliminarse. Esto se da sobre todo en textos de carácter legal, en los que se necesita reproducir fielmente el contenido (incluidos los errores y las ambigüedades). También se sigue este procedimiento cuando el texto original es tan confuso y tiene tantas cláusulas que no es posible simplificarlo. Antes de correr el riesgo de cometer un error, se prefiere seguir la estructura original sin alterarla.
Como podemos ver, la traducción no es una ciencia exacta y el traductor (a veces junto con el cliente) decidirá qué estilo de traducción resultará más apropiada.