Hemos oído decir, y pronunciado más de una vez en nuestras vidas, «lo barato sale caro», significando que comprar cosas baratas alude a una falsa economía, ya que lo barato sale caro en el final. Esto es cierto en muchas ocasiones pero se aplica particularmente bien en el mundo de las traducciones.
Hay varias formas de abarcar un proyecto de traducción y no por ello todas son correctas o aplicables para todos los tipos de solicitud. Hay proyectos sencillos, de escasas palabras y de formato simple, que pueden ser realizados con tan solo hacer traducción y una rápida revisión y sin diseño de formato adicional. Este sería el caso de facturas, tickets de compra, transacciones bancarias, etc. Aunque cabe mencionar que ésto depende de la calidad del archivo submitido para su ejecución y puede llevar un cargo por formato y edición.
Los hay más complejos, como los casos superiores a 5.000 palabras, o documentos con textos grabados en imágenes que requieren un trabajo adicional de diseño, ya que el texto debe ser extraído para su traducción, y reincorporado a la imagen por un diseñador para que su formato sea igual al original. En la mayoría de los casos, los proyectos grandes y complejos, en los que en un intento de abaratar costos, se opta por saltar pasos de edición y formato, el resultado final requiere un trabajo adicional por parte del solicitor, que puede llevarle bastante tiempo de no tratarse de alguien que sepa utilizar las herramientas de edición con las que trabajan las agencias de traducción.
La calidad del material que se submita para traducir, la complejidad del contexto, el par de idiomas y la disponibilidad de los recursos son los factores principales que determinan el costo y tiempo de producción de cada proyecto.
No siempre que uno esté insatisfecho con una traducción es responsabilidad de la agencia contratada. Es importante que un asesor le recomiende los pasos sugeridos pertinentes a cada proyecto individual, pero la decisión final siempre será del cliente.