A la hora de hacer llegar un mensaje a un oyente o lector cuya lengua materna no sea la misma nuestra, y más aún cuando ese receptor ni siquiera la entiende, debemos recurrir a diferentes formas o rutas para que ese mensaje llegue lo más claramente posible. Podemos utilizar gestos, señas, ruidos para darnos a entender, pero a la hora de comunicar algo por escrito, recurrimos a los traductores.
Una de las herramientas utilizadas al traducir, es la adaptación. Recurrimos a ella en muchos casos, las diferencias culturales entre distintos hablantes dan pie a confusiones que a veces nos pueden jugar una mala pasado o simplemente hacer que no nos entendamos. No confundamos la adaptación con la localización, la cual utilizamos cuando nuestro receptor habla la misma lengua pero con sus variantes propias; por ejemplo, el caso de América Latina. Al realizar una adaptación, no estamos traduciendo de una forma literal, esto no significa que al adaptar un mensaje o idea no estemos siendo fieles al mensaje de origen, ni tampoco que no estemos haciendo bien nuestro trabajo (traducir). Simplemente, existen situaciones que lo requieren. El académico británico Peter Newmark, define la adaptación, tomado de Vinay y Darbelnet como «el uso de un equivalente reconocido entre dos situaciones, es un procedimiento como la equivalencia cultural: Dear Sir: «Muy señor mío»; Yours faithfully: «Le saluda atentamente».
La adaptación, conocida también como “Traducción Libre”, consiste en reemplazar realidades o escenarios culturales para los que no tenemos una referencia en el idioma target. Un ejemplo sencillo sería traducir del inglés al español la fecha Friday 13th (día de la mala suerte o del terror) , en este caso tendríamos adaptarlo a nuestra realidad cultural y traducirlo como Martes 13. Son equivalencias, y las mismas se ven más claramente en la traducción de series de televisión o películas, en donde tenemos que adaptar una conversación o una referencia cultural a la de nuestra audiencia extranjera.
Al comparar la traducción y la adaptación, estamos comparando dos formas de hacer llegar un mensaje. En muchos casos no podemos traducir sin tener que realizar una adaptación, ya que una traducción más “literal” del mensaje haría que perdiera parte o todo su sentido al llegar a nuestro receptor. Debemos saber cuándo adaptar un mensaje, cuándo una expresión puede tener un equivalente más apropiado para una situación determinada. Esto nos convierte en mejores profesionales de la traducción.