Octavio Paz afirma que el lenguaje es ante todo traducción (traducción y literatura son sinónimos). Y la traducción es siempre una operación literaria, ya se trate de una obra artística o científica, puesto que implica una “transformación” del original que no puede dejar de ser literaria en la medida en que utiliza los recursos literarios (en esencia, la metonimia y la metáfora). Toda traducción es acto literario por que usamos todos nuestros conocimientos literarios.
Rechaza la idea de la intraducibilidad de la poesía, a la que considera universal (todo se puede traducir, hasta la poesía). “Los significados connotativos pueden preservarse si el poeta-traductor logra reproducir la situación verbal, el contexto poético, en que se engastan” (el traductor podrá poner en una poesía todo su bagaje de conocimientos).
La actividad del traductor (lee, critica y revisa) es comparable a la del lector (exegético, hasta el más mínimo detalle) y la del crítico (se critica el original y su propia traducción), con las salvedades de que el lector traduce a la misma lengua y de que el crítico hace una versión libre, una transposición. En todo caso, no puede haber una ciencia de la traducción, aunque sí pueda estudiarse la disciplina de forma científica. Citando a Valéry, afirma que la traducción poética consiste en producir con medios diferentes según efectos análogos.
Según Paz, traducción y creación son operaciones gemelas; por ello, es imposible separarlas en la historia de la cultura. La literatura no puede compartimentarse por países y, si todos los estilos han sido translinguísticos (iguales estilos en todas las lenguas), la traducción se halla en el corazón de todo desarrollo cultural (muestra lo esencial que es la traducción en toda cultura).