Todos tenemos la necesidad de comunicarnos. Es un aspecto intrínseco de nuestra condición humana. Cuando queremos relacionarnos con una persona, o con un grupo, a menudo recurrimos al humor, ya sea para caer bien o simplemente porque sabemos que la risa es una de las mejores maneras de hacer sentir mejor a las personas (y a nosotros mismos). Pero, ¿qué ocurre cuando queremos relacionarnos con un grupo o una persona que no habla nuestro idioma? Hay muchos temas universales que ayudan a las personas a relacionarse. El humor físico (hacer bromas con el rostro, caídas, etc.) es una manera fácil de inducir a la risa, y muchos cómicos (sin importar el idioma que hablan) utilizar estos recursos para llegar a un público más amplio.
Grandes cómicos de stand-up como Jerry Seinfeld, Louis C.K., Chris Rock o Ricky Gervais han causado un gran impacto en el mundo de la comedia de habla inglesa. Es difícil si queremos tomar una parte de su acto y usarla en nuestra vida social diaria e intentar ser graciosos, incluso en su idioma original. La mayoría diría que debemos tener una gracia natural para ser capaces de contar una broma adecuadamente; pero, incluso si no la tenemos, contarla correctamente hará reír a tu público, sin importar qué (dicen que la forma en que se cuenta es lo que importa). Por otra parte, ¿qué pasaría si tuvieras que transmitir un significado en un idioma diferente? Traducir una broma puede ser mucho más difícil de lo que piensas. Decir una broma siempre implica un desafío mayor en un país diferente o frente a un público diferente, aunque hable el mismo idioma. No todos los estadounidenses entienden el humor británico y viceversa. De la misma manera, no todos los habitantes de países de América Latina se ríen de los mismos chistes a pesar de tener un idioma en común.
Los maestros de lenguas extranjeras a menudo dicen que una vez que puedes comprender el humor en el idioma que estás aprendiendo, significa que realmente lo has aprendido. Y no se equivocan. El humor conlleva una gran cantidad de información cultural, por lo que es imprescindible adaptar ciertos chistes o situaciones a nuestro público de destino. El idioma y la cultura están relacionados entre sí; por lo tanto, la comprensión de esta última es esencial cuando se trabaja con los idiomas, sin importar el campo. No se trata sólo de cambiar un par de palabras. Tenemos que localizar nuestro discurso para que tenga no solo coherencia lingüística, sino también el cultural. A veces parece casi imposible contar o entender una broma si no se tiene al menos alguna idea sobre el contexto histórico, cultural y conductural de su público. A veces, cuando nos mudamos a otro país, podemos sentir que no encajamos; pero, una vez que comenzamos a entender su cultura, entendemos su sentido del humor, y comenzamos a transitar una experiencia completamente diferente.