Según la mitología griega, fue el propio titán Prometeo quien le dio a la humanidad el don del fuego, símbolo primordial del progreso y la tecnología. Desde su santa chispa, la humanidad se convirtió en la especie dominante que ha gobernado la Tierra hasta la actualidad.
La épica de Annaud «En busca del fuego» nos muestra cómo los primeros hombres primitivos de las cavernas lucharon por la herramienta que los impulsaría hacia adelante como especie, separándolos de los simios que una vez fueron.
Parece que en cada mythos, ya sea el folclore común o una revisión más moderna de la naturaleza humana (como se ve en las películas y la literatura de hoy en día), es la llegada de la tecnología la que empuja a la humanidad hacia el milagro de la civilización.
Incluso los monos de Stanley Kubrick bailando alrededor del monolito perpetuo parecen sugerir una dicotomía entre la naturaleza animal de la humanidad hacia la violencia y el papel que desempeña la tecnología en esa ecuación.
Pero la tecnología es un arma de doble filo: una que podría ser empuñada para la supervivencia de la humanidad, así como para su destrucción total. Sí, suena siniestro y apocalíptico, pero así es como nos gusta.
En una entrada anterior hemos teorizado sobre el futuro de la traducción y la forma en que las redes neuronales aplicadas a la traducción automática podría dejar obsoleta la necesidad de recursos humanos en el sector de la traducción, iniciando un enfrentamiento entre el hombre y la máquina, por lo menos en un sentido metafórico.
El mes pasado, Waverly Labs, una empresa con sede en Nueva York, presentó una serie de prototipos de tapones para los oídos capaces de traducir al mismo tiempo (casi en tiempo real) una conversación en vivo entre dos personas que hablan diferentes idiomas. Así que intérpretes, ¡cuidado! Si creían que tenían una oportunidad contra la amenaza de la tecnología hacia sus habilidades de interpretación, será mejor que lo piensen de nuevo. Al parecer, ustedes son tan vulnerables como sus compañeros traductores cuando se trata de los avances tecnológicos de hoy en día.
Tratar de entender a alguien que no habla el idioma de uno sin la intervención de un tercero, ahora podría haberse convertido en una cosa del pasado gracias a esta nueva tecnología.
Estos llamados «auriculares Pilot» actúan de manera muy parecida al «pez de Babel» retratado en la «Guía del autoestopista galáctico», por lo que es posible que dos personas que hablan diferentes idiomas se entiendan de forma simultánea. De acuerdo con los desarrolladores del Pilot, su dispositivo es, supuestamente, el primer «auricular inteligente» capaz de traducir dos lenguas utilizando la tecnología de red neuronal en una interfaz basada en una aplicación.
Y esto parece ser solo el principio. Otras compañías también están apuntando sus cañones hacia las aplicaciones de traducción en tiempo real:
- La aplicación Google Translate ya puede traducir lo que uno dice a su teléfono directamente de un idioma a otro en tiempo real.
- Skype ahora puede traducir entre las personas que hablan diferentes idiomas, y en la actualidad trabaja con a siete usuarios simultáneos a la vez.
- El director de investigación de Microsoft Reino Unido también ha afirmado que en los próximos cinco años vamos a ser capaces de traducir desde y hacia cualquier idioma con solo un smartphone en nuestras manos.
Todo parece estar intensificándose repentinamente. Pero, ¿dónde va a parar? ¿Cuáles son los riesgos para las personas involucradas en la industria? En lugar de la tecnología ayudar a las personas en la vida cotidiana, ¿va a acabar siendo una cuestión del capital humano versus la tecnología?
Mientras leía los orígenes detrás de la idea que terminó en el desarrollo de los auriculares de piloto, descubrí que a su creador se le ocurrió después de no poder seducir a una chica francesa debido a la barrera idiomática entre ellos. Me pareció divertido al principio, ya que me llevó de vuelta a mi primer argumento de que la tecnología revolucionó nuestras habilidades de supervivencia en primer lugar. Al fin y al cabo, es todo una cuestión de comportamiento darwiniano. Es lo que nos separa del resto de los monos: ¡el Homo habilis en su máxima expresión! Nada más y nada menos que una versión moderna de la supervivencia del más apto. Una vez más, lo que en un principio amenaza con terminar con nosotros, resulta ser nada menos que el mismo instinto primario que nos ayudaría a sobrevivir.
Prometeo nos dio el don del fuego, y decidimos quemar el mundo con él.
Algunas personas apuntan a la grandeza. Otras solo quieren ver el mundo arder… Nos salió el tiro por la culata, supongo. A fin de cuentas, no somos más que un montón de monos jugando con escopetas y espadas láser.
Que Zeus tenga piedad de nuestras almas.