Resulta que estamos haciendo un trámite importante y de repente nos dicen: «Ese documento debe estar traducido por un traductor público». Y entonces, ¿qué hacemos?
Bueno, en principio, a no desesperar. Es importante entender que en determinadas circunstancias es esencial que una traducción esté realizada por un profesional especializado en el rubro, dado que se transformará en un documento con connotaciones legales y, en muchos casos, tendrá injerencias en nuestro futuro.
Sencillamente, una traductor público es una persona capacitada a tal efecto. Ha estudiado la carrera durante varios años, se ha especializado en cuestiones jurídicas, y podrá traducir nuestro documento. Además, una vez terminado su trabajo, podrá firmarlo, sellarlo y dar fe de que su traducción es fiel, ya que se encuentra matriculado y su firma será convalidada.
Este tipo de procedimiento se implementa para brindar un marco legal y de seguridad jurídica, ya que las traducciones de documentos públicos no pueden quedar libradas al azar y el organismo de colegiación de los traductores públicos será el encargado de verificar que nuestros documentos queden constituidos como documentos públicos.