Como traductora a veces me toca escuchar que mucha gente, por un lógico desconocimiento, me comenta que alguna que otra vez necesitó una «traducción oral». De allí deduzco que no está muy difundido el concepto de «interpretación» y es por ese motivo que no goza de mayor conocimiento entre las personas que no pertenecen al mundillo de la traducción. Por ello, y pensando que muchos de los lectores tal vez algún día puedan necesitar un intérprete, vamos a tocar un poquito el tema.
En principio, es interesante reflejar la perspectiva de la Real Academia Española. La definición es la siguiente:
«Persona que explica a otras, en lengua que entienden, lo dicho en otra que les es desconocida».
Sencillamente, la diferenciación más importante reside en el aspecto escrito y el oral. Cuando nos referimos a «traducción» hacemos hincapié en textos, ya sean impresos o por medios informáticos. Al hablar de la «interpretación», nos referimos a una tarea que básicamente consiste en mediar a nivel verbal entre dos interlocutores a fin de lograr una comunicación, dada la diferencia idiomática.