Cuando se está de vacaciones uno quiere que todo sea fácil y relajado. Y para muchos es muy importante la fluida comunicación con la gente de los lugares elegidos para ir a descansar, pasear y explorar.
Siendo el español mi lengua madre, viajar por Latinoamérica siempre fue fácil ya que mi idioma se habla en casi todas partes. Incluso en Brasil no hubo grandes dificultades para entender el portugués, ya que tiene tanto en común con el español. Y viajando por el Caribe solo me sentí un poco despistado en los lugares que se habla francés, idioma que desafortunadamente no hablo, pero algunas cosas puedo llegar a entender.
En mis últimas vacaciones visité una isla en el Caribe, Aruba. Sabía que formaba parte del Reino de Holanda, así que me imaginé que el holandés sería una de las principales lenguas habladas ahí. Estudié tres años holandés, y me pareció divertido poder practicar un poco. Estando frente a Venezuela y muy cerca de Brasil, me imaginé también que podría manejarme con esos idiomas, o con el inglés como última opción. Pero al llegar a la isla y escuchar a la gente, me di cuenta que estaba lingüísticamente perdido: Me encontré con el “Papiamento”. No es español, no es portugués, ni holandés, ni francés… es como un choque entre todas estas lenguas, con una pizca de voces africanas en el medio. Me pregunté: ¿Eso es un idioma…?
Me enteré entonces que el papiamento (palabra derivada de «parlamento») es de hecho una lengua criolla, el idioma oficial de Aruba desde el 2003, y se habla además en islas cercanas como Curazao y Bonaire. Surge de la confluencia de las principales lenguas llevadas por los colonizadores, esclavos y exploradores creando de esta manera este idioma tan especial.
Se me hizo difícil entender el papiamento, aunque aprendí algunas frases como «bonbini» (bienvenido), «bon nochi» (buenas noches) y «kon ta ku bida?» (¿Cómo estás?). Por suerte los arubianos hablan perfectamente los idiomas que sí entiendo, el español, inglés, holandés y también portugués y francés. Es una isla hermosa y muy visitada por turistas, “la isla feliz” como le dicen, donde la comunicación al final resultó fácil, y el contacto con este idioma que desconocía le agregó un toque exótico e interesante a mi viaje.