La típica excusa preferida de todos para no aprender una lengua extranjera es el hecho de que los adultos no pueden aprender idiomas tan bien como lo hacen los niños. El error usual es pensar que el cerebro de un niño es más elástico y más capaz de recordar nuevos idiomas y que nuestro cerebro de adultos es rígido e incapaz de adaptarse a la estructura del nuevo idioma y de recordar vocabulario. Sin embargo, en los últimos años, muchos investigadores han descubierto que esta concepción es falsa. Por lo que, si bien puede haber algo de verdad en esa idea, no es completamente precisa. Descubramos por qué los adultos en realidad podrían aprender un idioma mejor que los niños.
Los adultos ya comprenden cómo funciona un idioma
Los adultos tienen la capacidad de analizar estructuras gramaticales extranjeras y compararlas con las de su propio idioma. Por ejemplo, un adulto ya sabe cómo armar oraciones de modo apropiado y comprende la diferencia en las funciones de distintas partes del discurso. Los adultos también poseen la capacidad de reconocer estructuras y patrones comunes y aplicarlos a situaciones similares. Si bien los niños pueden recordar vocabulario, no son capaces de hacer esto. Esto proporciona a los adultos una gran ventaja con respecto a los niños.
Los adultos y los niños usan el lenguaje de un modo diferente
Las expectativas de comunicación para los niños son muy distintas de las de los adultos. Se espera que los niños solamente comuniquen ideas básicas, utilizando vocabulario simple en situaciones que no presenten complicaciones. Por otro lado, se espera que los adultos utilicen el idioma en situaciones mucho más complejas, en el trabajo o entre pares, y que refleje su mentalidad de adulto y un pensamiento crítico. De este modo, el nivel de complejidad del lenguaje que un niño debe conocer para poder alcanzar un nivel de fluidez correspondiente a su edad es mucho más bajo. Es por esto que la fluidez de un adulto no se puede comparar tan fácilmente con la de un niño, ya que las expectativas para cada uno son bastante diferentes.
Los adultos tienen acceso a más recursos
Los adultos poseen determinación, disciplina propia y acceso a recursos; todas estas cosas un niño no las tiene. Si así lo desea, un adulto puede inscribirse en clases de forma activa, buscar otros aprendices del idioma y hablantes nativos con los que practicar y proponerse estudiar y mejorar. Los niños aún no han desarrollado estos recursos y dependen de su familia en lo que a la exposición a una lengua extranjera respecta.
Sin embargo, los niños poseen una ventaja principal sobre los adultos: generalmente no se inhiben. Los adultos están acostumbrados a poder comunicarse a la perfección sin tener que hacer demasiado esfuerzo o sin tener que pensar en lo que están intentando comunicar. Para la mayoría de los adultos, puede ser bastante avergonzante utilizar gramática inadecuada o vocabulario simple al hablar, y temen sonar tontos (situaciones normales al aprender un idioma). Los niños son mucho menos tímidos que los adultos en este sentido. Este temor a avergonzarse a uno mismo es lo que con frecuencia hace que los adultos no se decidan a estudiar una lengua extranjera. Sin embargo, una vez que esto se supera, ¡no hay límites para el potencial de aprendizaje de un idioma!