Todos los humanos somos capaces de hacer los mismos sonidos. Sin embargo, cada idioma tiene su manera particular de emitirlos. Así como cada idioma sigue distintas reglas gramaticales, cada uno utiliza distintos sonidos, si bien algunos son más parecidos entre sí que otros. Según cuál sea nuestra lengua materna, algunos nos resultarán más o menos familiares y, sobre todo, más o menos difíciles de pronunciar y de reconocer.
Volviendo a la idea de que cada lengua describe una realidad cultural distinta, cabe preguntarse qué ocurre con esos sonidos que expresan emociones sin llegar a ser palabras reconocibles. Es decir, esas vocalizaciones no verbales que son más que simples sonidos y que utilizamos para comunicar sentimientos o intensiones. ¿Podemos reconocer el estado emocional a través de vocalizaciones no verbales entre las lenguas?
Si bien éstas no están condicionadas por reglas léxicas, y en muchos casos se reconocen fácilmente, como un grito o la risa, ¿qué sucede con las expresiones de felicidad, asco, miedo y sorpresa? (sólo por mencionar algunas).
En un estudio publicado por la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, en los que se compararon dos poblaciones opuestas en términos de lenguaje, se observaron situaciones muy interesantes. Lo que sigue es una transcripción de una parte de la entrevista original donde se ve claramente cuán distinta puede ser nuestra percepción:
(SOUNDBITE OF SHRIEK)
VEDANTAM: …How did Americans hear that?
GENDRON: Most Americans heard it as scared, afraid, shocked or frustrated.
VEDANTAM: And what about the Himba, Lisa?
BARRETT: The Himba would say this person is crying about a death, this person is screaming in pain.
VEDANTAM: Pain and grief, not fear or shock.
Donde los estadounidenses escuchaban miedo o frustración, la tribu Himba escuchaba dolor y sufrimiento. Así, se llegó la conclusión de que algunas emociones complejas (por ejemplo, el orgullo) pueden ser difíciles de identificar, ya que denotan ciertos matices culturales, pero que las vocalizaciones de las emociones básicas (por ejemplo, la tristeza, la ira y la sorpresa) son fácilmente reconocibles. La buena noticia, entonces, es que incluso si no conoces la lengua del lugar donde estés, podrás entender la mayoría de las intenciones de los demás, y ellos las tuyas, sin necesidad de un traductor.