Hace un tiempo, se me ocurrió escribirle una carta a un amigo. Una carta tradicional, escrita a mano. No bien terminé la segunda oración, ya sentía la necesidad de usar un emoji: temía no poder transmitir que estaba siendo irónica sin una de esas caras amarillas. Entonces, me pregunté: ¿Podemos comunicarnos sin usar emojis? ¿Podemos expresarnos sin recurrir a ellos?
Leyendo en internet, encontré opiniones de todo tipo. Por ejemplo, que los emojis no tienen la eficiencia para reemplazar la palabra escrita; que generan confusiones porque no se interpretan de la misma manera en todo el mundo; que empobrecen el lenguaje; que lo enriquecen; y que nos ayudan a reemplazar el lenguaje no verbal. Esta última idea es la que me pareció más sensata.
Cuando hablamos, no solo usamos palabras (comunicación verbal), también les damos una entonación (comunicación vocal) y las acompañamos con gestos (comunicación no verbal). La comunicación no verbal y la comunicación vocal nos ayudan a transmitir al interlocutor nuestros sentimientos: no es lo mismo decir algo con una sonrisa que con lágrimas en los ojos.
Muchas veces, la palabra escrita no nos alcanza para transmitir con precisión lo que queremos, por ejemplo, que estamos siendo irónicos o haciendo una broma. Pero las caritas amarillas llegaron para salvarnos: son las que nos permiten expresar todo eso que no son palabras. Nos permiten hacer nuestro texto mucho más humano, y transmitir mejor nuestros sentimientos y emociones.
Es verdad que los emojis no pueden reemplazar la palabra escrita por completo, pero sí pueden reforzarla y ayudarnos a transmitir aquello que solo con letras no se logra expresar. Por eso, considero que no llegaron para empobrecer el lenguaje, sino para enriquecerlo y hacerlo más humano, de la misma manera que los gestos o la entonación refuerzan nuestras conversaciones orales.
También es verdad que a veces pueden generar confusión. Como dijimos hace un tiempo, los emojis no se ven iguales en todos los dispositivos, y dependiendo de la edad o el lugar de residencia, las personas pueden interpretar el mismo emoji de diferente manera. Pero pasa igual con los gestos, que tampoco son universales.
No sabemos qué va a pasar más adelante, pero por ahora, los emojis llegaron para quedarse y se volvieron casi imprescindibles. Sí, podemos comunicarnos sin usarlos; pero siempre que los incluyamos, nuestros intercambios van a ser más fluidos, emotivos y humanos.