Shakespeare inspira en los lectores todo tipo de pasiones. Con tal abundancia en la producción, no es de sorprender que cada uno encuentre texto, soneto o poema favorito. Quienes lo leen en inglés, se enfrentarán a un inglés moderno temprano, el precursor del inglés que se habla hoy en día. Si bien esto tiene sus dificultades, por el vocabulario y las reglas gramaticales que le son propias, aún más difícil es enfrentarse a aquellas palabras y frases que Shakespeare popularizó e incluso, en muchos casos, inventó él mismo.
Según un artículo publicado por el British Council, en todos los trabajos de Shakespeare hay 28.829 palabras únicas, de las cuales 12.493 aparecen solamente una vez. Éstos son algunos ejemplos:
- Undress (Desvestirse): Derivado de la palabra “dress”, que significa “vestido”.
“Madam, undress you and come now to bed” (La fierecilla domada, prólogo.2.262, 1623)
- Cold-hearted (cruel): Derivado de las palabras “heart” (corazón) y “cold” (frío).
“Antony. Cold-hearted toward me?” (Antonio y Cleopatra, III.13. 2445, 1606)
- Multitudinous (multitudinario): Derivado del latín multitude
“Clean from my hand? No, this my hand will rather
The multitudinous seas in incarnadine,
Making the green one red.” (Macbeth, II.2.726, 1605)
Además de inventar términos, también creó frases enteras como “break the ice” (romper el hielo), usada en La fierecilla domada (I.2.818), o “love is blind” (el amor es ciego), usada en El mercader de Venecia (II.6.947). Éstos son sólo dos ejemplos dentro de una infinidad de frases.
Dejando de lado a quienes pueden leer sus obras en su idioma original, otro tema totalmente distinto es la traducción de estos términos. La obra Hamlet fue traducida a más de 75 idiomas, cada uno con sus propias dificultades. Un traductor que se enfrente a Shakespeare debe tener en cuenta el inglés de la época, reglas de métrica y rima, sin dejar de prestar atención a todas esas palabras y frases. Sin embargo, no siempre es fácil reconocerlas, ya que aún las utilizamos hoy en día y, demás está decir, con bastante frecuencia. Así que, ¡cuidado traductores! Si alguna vez tienen el placer y el honor de traducir a Shakespeare, cuiden que esos términos no pasen desapercibidos (William Shakespeare, Mucho ruido y pocas nueces, V.1.2122, 1598).