Como en cualquier otro sector, la determinación de lo que uno quiere es esencial para que el producto final que reciba sea de su total agrado y satisfacción. Si yo voy a una modista y le digo que me quiero hacer un vestido de noche, lo más probable es que me pida que le detalle lo que aproximadamente quiero, es decir, color del vestido, la tela que prefiero utilizar, si quiero que sea más bien atrevido o con un corte conservador, de qué presupuesto aproximado dispongo, etc….Otra cosa distinta es que le diga «lo dejo en tus manos» y luego no podré quejarme del producto que reciba.
En el ámbito de la traducción pasa un poco lo mismo, a veces, para las personas que no están acostumbradas a contratar este tipo de servicios es un poco raro hacerles ver que una traducción también está llena de matices, cuestiones ortotipográficas, terminológicas, etc., algo que sería de interés detallar desde el primer momento.
Cuando un cliente llama porque necesita traducir un documento al español, por ejemplo, lo más probable es que el vendedor que le atienda le pregunte a qué español lo quiere. De repente, el potencial cliente se queda un poco «parado» pues no se planteó que hubiese diferentes tipos de español; asimismo, suele pasar también que se haga una diferencia entre el español de España y el español latinoamericano, pero incluso entre los países latinoamericanos hay diferencias palpables que podrían repercutir en la calidad final del texto que el cliente espera recibir.
Otro ejemplo (y sigo con el par de lenguas inglés-español) lo tenemos con el uso de las mayúsculas. Si el texto que tenemos en cuestión es del ámbito publicitario o de marketing, lo más probable es que el texto en inglés esté plagado de palabras en mayúsculas. El uso correcto de las mayúsculas en el español se define perfectamente en la Real Academia de la Lengua y está bastante acotado. Sin embargo, no ocurre lo mismo en el inglés donde su uso es muchísimo más habitual; un ejemplo lo tenemos en los títulos, donde lo más probable es que todas las palabras vayan en mayúsculas; en español, por contra, sólo la primera letra del título debe ir en mayúsculas, el resto debe permanecer en minúscula. Si el cliente quiere resaltar determinados aspectos del texto como lo hace el inglés, deberá indicarlo al vendedor para que pueda transmitir dicho deseo a la persona encargada de la traducción, pues lo habitual es regirse por las normas ortotipográficas de nuestra lengua que ya hemos comentado que limita su uso indiscriminado.
Existen multitud de ejemplos que podrían citarse, pero mi intención básica es remarcar que un buen «vendedor de traducción» debe orientar a su cliente sobre lo que desea, guiarlo para que entienda el servicio que está contratando y que su sastisfacción al recibirlo sea total y no hay ningún tipo de sorpresa inesperada.