No termina hasta que termina

Hace algunos años, me encontraba en un pequeño pueblo del oeste de Francia durante uno de los cientos de festivales estivales que tienen lugar en esa región. Recuerdo que estaba de pie en una esquina, de brazos cruzados, esperando que pasara una gran procesión de juerguistas, cuando uno de ellos me miró fijamente y exclamó: “Hé ho! Inspecteur de travaux finis!” Esta frase me sorprendió y me pareció divertida, ya que significa “inspector de trabajos ya terminados”. Más tarde supe que así llaman a alguien que parece ocupado, pero está sólo pasando el tiempo, y así parecía yo: ansioso por cruzar la calle, pero sin tener adonde ir.

 

Esta frase me vino a la cabeza hace poco, en mi trabajo como Jefe de Proyectos, durante una discusión amistosa sobre los paquetes de entrega. Me he convertido, en un sentido muy literal, en inspecteur de travaux finis.

 

El proceso de traducción puede parecer a primera vista bastante sencillo: analizar el significado de algunas palabras escritas en un idioma y transmitirlo con palabras en otro, un paso y listo. Bueno, si pensabas que la traducción se maneja de esta manera, tengo una noticia para ti.

 

No alcanza con un solo paso para terminar un trabajo. Incluso este blog que estoy escribiendo llevará muchos pasos antes de publicarse y después de que yo termine de escribirlo. Necesitará edición y corrección, incluso la edición de imágenes y una prueba antes de su publicación, además de agregar etiquetas relevantes para SEO. Sí, se necesitará mucho más que meditación y tipeo para convertirlo en algo digno de publicación.

 

Cuando se hacía periodismo en el siglo XX, cada uno de estos pasos requería interacción con una de esas bestias mecánicas grandes y complejas. Hoy en día, gracias a las computadoras, son menos visibles, pero sin embargo importantes. La industrialización no se produjo simplemente para hacer que la producción sea masiva, fue para mejorar la producción.

 

Los mismos principios de producción que se aplican al periodismo también se aplican a la traducción de documentos. En el proceso, una traducción primero se revisa para que sea exacta y se edita para que sea más fluida. Luego, se hace una revisión final para detectar errores de puntuación y formato, y finalmente, se realiza una evaluación de la calidad. Sí, todos los miembros del equipo han terminando sus tareas y el documento está listo para la entrega, ¿verdad?

 

No, no exactamente. Una vez finalizada la traducción, la parte más importante del trabajo comienza.

 

Entra l’inspecteur. “¿La imagen de la página 12 está en alta resolución? Bájala. Bájala un poco más. ¡Súbela un poquito! Y cuando termines ¿podrías hacer un .pdf en baja? ¡Ah! ¿Y guardaste el otro archivo en formato editable? ¿Por qué la fecha y hora están en el formato internacional? ¡Te dije que había que escribirlas en el formato estadounidense!”. Somos la Sybil para tu Basil Fawlty. Tenemos hormigas en los pantalones y tenemos que resolver en el momento, incluso si tenemos que hacerlo nosotros mismos.

 

Nuestro trabajo es ocuparnos de los detalles que hacen la diferencia entre un trabajo mediocre y uno excelente. Y realmente son los pequeños detalles los que marcan la gran diferencia.

 

Cuando todo es perfecto, especialmente en un documento traducido, pocos pueden apreciarlo, pero cuando el más mínimo detalle está fuera de lugar, resalta y se siente como una espina en el dedo

 

Debemos crear ese sentimiento de confianza e integridad que comunique al cliente lo importante que es para nuestro trabajo. Porque, al fin y al cabo, su patrocinio es lo que mantiene la operación en marcha.

 

Así que le diría a aquel alegre juerguista con quien me crucé esa noche de verano que tiene razón: soy un orgulloso inspector de trabajos ya terminados. No estoy simplemente pasando el tiempo, tengo un ojo avizor para detectar cada imperfección minúscula y estoy listo para insistir hasta el hartazgo para que se corrija.