Como expuso Érika Nogueira de Andrade Stupiello, de la Universidad Estatal de San Pablo, en su artículo Implicaciones éticas de las tecnologías de traducción de Translation Journal en 2007, una memoria de traducción, herramienta tecnológica diseñada para ayudar a los traductores, presenta ciertas cuestiones éticas sobre la manera en que trabajan los traductores. Una memoria de traducción o TM, abreviatura común en el ámbito de la traducción, es esencialmente una base de datos que registra unidades de texto que ya han sido traducidas por un traductor. El beneficio de las memorias de traducción es una mayor productividad y eficiencia en el campo de la traducción.
Sin embargo, al igual de Stupiello, los traductores y los clientes necesitan asegurarse de analizar no sólo los beneficios de las memorias de traducción, sino también las cuestiones éticas que esta herramienta tecnológica presenta para el traductor. Para comprender cabalmente este tema, puede ser útil saber que una vez que se ha creado una memoria de traducción para un proyecto o un cliente, la práctica común es entregar esta base de datos al cliente junto con la traducción, y el contenido de la memoria se utilizará para los proyectos futuros del cliente. Después de recibir esta base de datos, los clientes suelen esperar que se mantengan las mismas frases de la base de datos. Además, como Stupiello también señaló, por lo general los clientes, cuyo objetivo principal es reducir los costos, pretenden que los traductores utilicen las “coincidencias” de la memoria de traducción en la mayor medida posible.
En este punto radica el problema. Si bien hay muchos casos en que la terminología que se ha guardado en la memoria de traducción puede utilizarse de manera apropiada y con coherencia en traducciones futuras, hay otros casos en que la traducción exacta no puede utilizarse en un contexto nuevo. Según Stupiello, “La interpretación del traductor del texto de origen y las elecciones personales que se hacen al formular el texto traducido pueden interferir con el manejo y la consistencia del contenido, aunque a veces las opciones del traductor sean más adecuadas para un contexto específico que las opciones preseleccionadas que ofrece la base de datos”. Por eso, se puede presentar un problema para el cliente que pretende pagar sólo los segmentos que son nuevos o que no se hayan traducido aún. De esto se desprende que la consistencia no necesariamente garantiza la coherencia.
Por último, la decisión de mantener los segmentos previamente traducidos en contextos nuevos o no es un problema que el traductor debe resolver. Si bien en general el traductor debe mantener los segmentos tal como aparecen en la memoria de traducción, yo, como Stupiello, debo advertir a los traductores que no deben “dejarse llevar por la falsa idea de que el significado es algo fijo y que no cambiará ni conducirá a asociaciones nuevas en contextos nuevos en que aparezcan”. Después de todo, no debemos perder de vista el elemento humano que es tan fundamental en el campo de la traducción.