Sabemos que el “proofreading” incluye los aspectos del estilo, la cohesión y la gramática en un trabajo de cualquier volumen. Falta un aspecto que definitivamente merece atención: la claridad.
Los traductores y, en menor medida, los editores, fácilmente podemos quedar atrapados en una maraña de contenido, al intentar garantizar que todo quede adecuadamente presentado, ya que el mensaje en sí es difícil de comprender para los lectores.
La importancia es bastante clara: la falta de claridad en cualquier trabajo no captará el interés de los lectores y hará que dejen de leer en la mitad del texto. Ya sea que ofrece un servicio o describe un proceso importante, los textos se arman para su lectura completa, no para leerse por la mitad. Tener la posibilidad de expresarse con claridad no es una habilidad que se aprenda fácilmente. Es necesario pensar abstractamente y colocarse en el lugar del otro.
El conocimiento básico que se asume del lector es casi nulo; independientemente de que el documento se dé en un contexto de una empresa, debe haber un mínimo de especificidad y confianza en la información que se haya divulgado en los documentos internos previos.