En este post del año pasado les presentamos algunas palabras con significados curiosamente específicos. Esta particular especificidad hace que estas palabras muchas veces sean difíciles de traducir (o casi intraducibles ya que por lo general más que traducirlas se termina explicando su sentido por no existir ni una cercana equivalencia), y esto las hace particularmente interesantes y desafiantes para los que nos dedicamos a la traducción… incluso muchas veces lamentamos que no exista una palabra equivalente en nuestro idioma.
Hoy les traemos algunas más de estas palabras, para que puedan sumar a su catálogo de curiosidades lingüísticas.
Todos nos hemos encontrado alguna vez ante una situación para la cual se nos ocurre la respuesta perfecta cuando ya es demasiado tarde, y nos encontramos con una pesadumbre y una amarga sensación de arrepentimiento por no haber tenido la respuesta justa en el momento justo. En francés llaman a esto esprit d’escalier (ingenio de escalera) haciendo referencia a que la respuesta viene cuando ya estamos retirándonos de la situación.
Hablando de situaciones desafortunadas, en yiddish existe el término shlimazl, con el que se describe a una persona que tiene una mala suerte constante y consistente. No nos referimos con esto a alguien que simplemente tuvo un mal día, sino a esas personas que realmente no logran que nada les salga de manera favorable.
En la Isla de Pascua (lugar misterioso si los hay) se habla pascuense, y no sé si es que son malos amigos, pero tienen la palabra tingo que se refiere al hecho de pedirle prestadas cosas a un amigo o conocido hasta que no le queda nada al otro, situación que seguramente lo acerca a uno a ser un shlimazl.
Por supuesto que en un post de este tipo no puede faltar una palabra del alemán, lengua maravillosa, reina de las palabras compuestas. El término Backpfeifengesicht (de Backpfeife = bofetada y Gesicht = cara) se refiere a esos desagradables personajes (todos conocemos alguno) que siempre están diciendo o haciendo algo que los hace máximos merecedores de una bofetada correctiva… es decir, que andan por la vida con cara de merecer una buena bofetada.
Y, finalmente, si de especificidad se trata, la lengua chiluba (que se habla en la República Democrática del Congo) se lleva todos los premios ya que tiene el honor de tener la palabra más difícil de traducir del mundo: iluba, que quiere decir “persona capaz de aguantar una vez una ofensa o abuso, de permitir incluso el mismo abuso en una segunda ocasión, pero jamás en una tercera oportunidad».
Así que, queridos lectores, si se encuentran alguna vez ante una palabra que no están del todo seguros de cómo traducir, no desesperen… ¡podría ser peor!