Una de las críticas más fuertes a la traducción automática es que no puede traducir de manera adecuada las sutilezas del idioma. Esta crítica se aplica tanto a la lengua de origen como a la lengua meta de una traducción. Hay dos preguntas que los sistemas automáticos no saben responder: ¿qué quiso decir el autor en esta oración? y ¿cuál es la mejor manera de transmitir esta idea en la lengua meta? El concepto completo de “idea” es imposible para ellos.
Pero la tecnología de última generación en sistemas de traducción automática se basa en estadísticas. Para entender mejor cómo es el proceso, estos sistemas extraen las respuestas a preguntas anteriores que traductores profesionales (humanos) dieron muchas veces. Traductores idóneos tradujeron varias veces ciertas combinaciones de palabras de una manera en particular, por lo tanto, hay razones para creer que cuando estas combinaciones aparecen en un documento deberían traducirse nuevamente de esta manera. La razón por la que funciona es que los ejemplos utilizados para entrenar los sistemas son masivos y corren en millones de oraciones.
Por supuesto, la receta no siempre funciona. La expresión “¡madre mía!”, cuya traducción literal en inglés es “my mother!”, es una expresión de sorpresa que debería traducirse por “my God!” o “goodness me!”. Pero en algunas situaciones puede ser necesario usar la traducción literal porque se usa en su sentido literal en la lengua de origen. Esta es la razón principal por la que siempre es necesario que una persona revise los resultados de la traducción automática.
En síntesis, la respuesta a la pregunta formulada en el título es un rotundo «no». Pero los traductores profesionales pueden traducir los matices perfectamente bien, de manera que los sistemas automáticos pueden aprender de ellos.
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Traducción del original de Pablo A.