En entradas anteriores se abordó el tema del voseo y su correspondiente registro, además de las otras formas pronominales posibles. En esta ocasión, me gustaría indagar un poco más los orígenes de esta forma pronominal y algunos aspectos morfológicos de su utilización.
Hoy por hoy se reconocen tres tipos de voseo: 1) el voseo diptongado, solo presente en zonas andinas, es aquel que conserva las formas cantáis, cantéis, coméis, comáis y partís, partáis; 2) el voseo monoptongado (también llamado voseo argentino), es aquel que monoptonga la vocal más abierta del diptongo, y 3) el voseo a la chilena (presente también en partes de Ecuador, el sur de Bolivia y Perú), es el que conserva diptongadas algunas desinencias verbales, pero monoptonga otras en la vocal más cerrada, por analogía con la tercera persona.
Algunos estudiosos ubican en el origen del voseo una función reverencial que data de la época del Imperio Romano. Otros apuntan que el vos surge por analogía del nos, forma mediante la cual el emperador romano aludía a sí mismo como representante de todo el poder imperial. Por otro lado, en España el voseo fue mutando de una situación asimétrica, de arriba hacia abajo, a la situación opuesta en la que el vos pasó a ser el pronombre usado por aquellas personas de menor autoridad para interactuar con interlocutores de más poder.
Según algunos lingüistas, la pervivencia del voseo en América es buena prueba de cómo los españoles trataban a los indios y a los criollos. Otros críticos consideran que el voseo americano responde al abandono de distinciones sociales y de normas lingüísticas por parte del conquistador. Por otro lado, cabe destacar que las lenguas americanas no conocían el desplazamiento cortés, y, por lo tanto, para el aborigen no sería relevante la disyuntiva tú/vos.