Durante el proceso de localización de un texto pueden surgir imprevistos que implican un esfuerzo de más para el equipo de traducción, desde un vocabulario técnico o específico hasta términos con significados o connotaciones distintas en otros idiomas. Nada que un poco de investigación y dedicación no pueda resolver. Incluso muchas veces se cuenta con glosarios, bases terminológicas y guías de estilo a medida para cada proyecto, lo cual facilita mucho el trabajo.
Pero hay ciertos personajes que hacen de una traducción un verdadero desafío, por no decir misión imposible. Estos textos son los famosos “intraducibles” que pueden bloquear la mente de un traductor por un rato mientras piensa como superar el obstáculo, sobre todo si el texto debe ser preparado para su internacionalización.
Por un lado están las rimas que se pueden encontrar en poemas, refranes y canciones. Claro está que una opción es recurrir a una traducción literal de este tipo de textos perdiéndose así la armonía de las rimas y seguramente toda la emoción y arte del texto. Se podrán buscar palabras equivalentes y forzar en algún que otro caso la elección de palabras para intentar que rimen como en el texto original, pero lo más probable es que igual se pierdan el sentido y el espíritu del que el autor les impregnó. Basta con ver la traducción de tu canción favorita o de una poesía que te llegue al corazón. Simplemente no es lo mismo.
No menos complicados que las rimas son los juegos de palabras, los cuales -se podría decir-, en ningún caso funcionarán en otras lenguas, ya que normalmente se basan en palabras que en un idioma pueden significar cosas distintas. Incluso chistes simples no logran superar la barrera de la traducción: Un pececito le pregunta a otro “¿Qué hace tu papá?”. “Nada”, le responde el otro. El doble sentido de la palabra “nada” no se puede trasladar a otra lengua, muriendo ahí mismo el chiste. Un ejemplo en inglés de un cartel de advertencia del gobierno a comerciantes: Want to sell cigarrettes to children? Fine! Ese “fine” suena como “¡está bien!” cuando en realidad habla de la multa con la que se castigará al infractor.
Las expresiones idiomáticas pueden ser también un dolor de cabeza, pero por suerte a veces hay equivalencias, aunque con otras palabras. Por ejemplo, “me estás tomando el pelo” y “you’re pulling my leg” se refieren a la misma idea, solo que uno te tira del pelo, y el otro de la pierna. Y en ambos casos, la idea se pierde totalmente al traducirse literalmente.
Todo esto no es un motivo para rendirse antes de empezar. Como fue dicho antes, en varios casos se pueden buscar opciones similares en los otros idiomas y conservar así al menos parte del encanto original de un texto. Ante cualquier duda o consulta sobre este tipo de retos lingüísticos, no duden en contactarnos para obtener un asesoramiento de calidad.