Para comenzar todo proceso de traducción, es menester establecer un source y un target, es decir, un idioma fuente del que partimos y un idioma meta al que apuntamos. En nuestra industria, el par inglés-español, y viceversa, es uno de los más populares. Ahora bien, es de común conocimiento que estos idiomas adquieren un tinte diferente de país en país. Surge, entonces, lo que conocemos como dialecto (flavor), sin ir más lejos, el matiz que distingue, por ejemplo, al inglés que se habla en Estados Unidos del inglés que se habla en Inglaterra, en Irlanda, en Australia, en Canadá y, así, en lo sucesivo. Lo mismo ocurre con el español en España y en Latinoamérica.
Sin embargo, hace algún tiempo ya, se viene incorporando la figura del español US (Spanish US) en la industria de la traducción. Debido a un alto grado de inmigración, el español es el segundo idioma más hablado en Estados Unidos. Muchos inmigrantes llegan al país con conocimientos casi nulos del inglés y lo aprenden sobre la marcha, mechándolo y fusionándolo con la lengua materna. De hecho, «el 70% de las familias hispanas hablan español en el hogar como forma principal de comunicación», según se menciona en un post anterior sobre Español de Estado Unidos. Se produce así, en muchos casos y en un proceso natural e inconsciente, lo que en traducción se conoce como préstamo y calco. En el primer proceso (préstamo) se toma una palabra de otra lengua sin traducirla (como el caso de los términos coaching, software, hardware, etc.) mientras que en el segundo proceso (calco) se realiza una traducción literal de la palabra en idioma extranjero y, así, se crea un término nuevo. Es el caso de football (inglés) y fútbol (español).
Encontramos, entonces, muchas palabras que surgen de calcos y préstamos y que se usan en algunos países en particular. Por ejemplo, es común escuchar a un latino en Estados Unidos decir “carro” por car y “boila” por boiler (caldera) mientras que un hispanoparlante en España o en Latinoamérica utilizaría otros términos y, muchas veces, no entendería los arriba mencionados.
Cuando es necesario plasmar estas vicisitudes del idioma por escrito, no hay reglas estándares que seguir más que las normas que rigen los diccionarios y que, generalmente, se contraponen a esta suerte de metamorfosis de la lengua. Es muy importante, entonces, que el cliente aclare el dialecto que quiere utilizar para su traducción, es decir, a qué público y a qué país está destinada, ya que, de no ser así, una traducción correcta acorde a las normas formales de los diccionarios puede sonar completamente errónea ante los ojos y/o los oídos de un hablante que, más allá de todo, necesita comprender el texto traducido de acuerdo con sus costumbres y con su dialecto.
Quizás, con el tiempo, estos tintes lleguen a plasmarse en normas por escrito que se conviertan en los presentes estándares de nuestro futuro pero, mientras tanto, a los traductores y a los profesionales del ámbito de la traducción, nos queda recopilarlas de la investigación, de la prueba y del error, y en comunión continua con las necesidades del cliente.
Sin lugar a dudas, hablar de dialectos es abrir un abanico de posibilidad. Encuentre información adicional sobre la traducción al español en los posts: ¿Debería Usar un Dialecto de Español o No? y Traducción al Español.