Traducir, sabemos, es una tarea que requiere muchas aptitudes. Además de la más que obvia capacidad para poder trasladar un texto de un idioma a otro, la traducción también requiere otro tipo de capacidades: por ejemplo, capacidad para comprender el texto y el contexto de un documento, la capacidad para poder visualizar los diferentes formatos de un documento y la capacidad de saber adaptarse a un determinado documento. Estas son algunas de las más importantes aptitudes que un traductor debe presentar.
En lo que respecta a las últimas dos, para un traductor siempre es más beneficioso traducir documentos que presentan un bajo nivel de complejidad técnica del formato (es decir, documentos en formatos planos de Ms Word, Ms Powerpoint o Ms Excel). Por supuesto, esto ayuda a que un documento pueda traducirse con la mayor fluidez posible. Sin embargo, esto no siempre resulta ser así. Los clientes tienen sus propias exigencias, sus propios documentos, quizá que provienen de orígenes de los más impensados (por ejemplo, capturas de pantalla de un monitor, un documento de fax, de una impresora, escaneos de imágenes, etc). En definitiva, numerosas son las variedaes de documento, por lo general, requieren traducción.
Por tal motivo, resulta fundamental que, tanto la agencia de traducción involucrada en un proceso de traducción como los recursos con los que esa agencia cuenta se adapten a las necesidades del cliente. Si bien la traducción de un documento escaneado es tediosa, si el cliente lo exige, es necesario llevarla a cabo, agotando todos los recursos que estén al alcance.
Tomemos, por ejemplo, el caso de los PDFs escaneados. Estos PFDs provienen de orígenes muy disímiles entre sí. Normalmente, la calidad de estos documentos es muy mala. El texto suele no ser muy claro, ilegible en algunos casos; si el texto presenta tablas o cuadros. estos pueden estar dañados. Todo esto, por supuesto, dificulta la traducción.
Para solucionar este inconveniente, una alternativa puede ser la siguiente: se puede convertir este PDF con una herramienta de conversión (Abby Reader o Solid Converter, que pueden descargarse de Internet) y, una vez convertido, emprolijar el formato mediante un proceso de Desktop Publishing previo. Al retocarse el formato del archivo y volcar el texto de manera legible, el documento está listo para su traducción.
Por supuesto, este procedimiento lleva un tiempo de procesamiento y un costo que deberán contemplarse a la hora de cotizar la traducción del archivo. Lo importante es saber que, sin importar el formato, con las herramientas necesarias es posible llevar a cabo esta tarea para que la traducción pueda efectuarse.