¿Se imaginan en un futuro no tan lejano una conversación en élfico con la cajera del supermercado? ¿O ir a pedirle cigarrillos al kioskero en klingon? Durante años los idiomas creados a través de medios literarios, cinematográficos y televisivos eran reproducidos únicamente por una muy limitada cantidad de base de fanáticos. Lenguas tales como los mencionados klingon de Star Trek y el élfico de las obra de Tolkien, como el dothraki de Juego de tronos y llegando al más reciente na’vi de Avatar gozan hoy en día de una mayor aceptación.
Se los conoce como conlang, una abreviación del término “lengua construida” en inglés. La particularidad que tienen a diferencia de las lenguas artificiales como, por ejemplo, el nasdat de La naranja mecánica o la neolengua de 1984 es que gozan de su propia gramática, que los verbos tienen su particular conjugación y su escritura cuenta con un alfabeto específico, no es una simple sustitución de palabras.
El crecimiento del conlang recae más que nada en sus seguidores, quienes se encargan de ampliarlo e implementarlo en situaciones cotidianas. Por ejemplo, hoy en día, ya puede encontrarse una versión de Hamlet traducido enteramente al klingon (aunque nadie aún tuvo la osadía de representarlo en ese idioma). Por otro lado la famosa aplicación Duolinguo implementó hace un año la “incubadora”, un medio por el cual los usuarios participan mutuamente en el aprendizaje de idiomas. La demanda por los conlangs fue enorme, y aunque aún no lo implementaron, tampoco se descarta que lo hagan a futuro.
La popularidad que adquirió Juego de Tronos a nivel internacional luego de su versión televisiva hizo que prosperen las aplicaciones y tutoriales online para aprender dothraki. Y James Cameron planea una expansión parecida del na’vi para el estreno de las secuelas de Avatar, llevando los conlang al terreno de marketing.
¿Se publicarán alguna vez obras al élfico? Por ahora es complicado, pero el futuro tiene la última palabra.