¿Quién no escuchó hablar alguna vez del famoso juego de la copa? Hay muchos rumores, historias fantásticas o tenebrosas al respecto, pero la idea es la misma: poder comunicarse con gente que ya ha muerto.
La teoría es simple, los espíritus necesitan de la energía de al menos 3 personas que lo inviten a comunicarse. Se colocan las letras del alfabeto, los números del 1 al 9 y las palabras “si” y “no” alrededor de la copa situada en el medio de la mesa. Los participantes deben acercar la punta de sus dedos hacia el borde de la copa, apenas tocándola, mientras se invoca al espíritu deseado, o alguno al azar. El espíritu moverá entonces la copa hacia las letras, formando así las respuestas.
La gran pregunta es si el espíritu nos hablará en el idioma que hablaba mientras vivía, o si por el hecho de estar en el más allá puede hablar prácticamente cualquier idioma. Si quiero hablar con Beethoven… ¿debo hablarle en alemán? O si quiero hablar con mi tatarabuelo italiano… ¿me entenderá si le hablo en español?
Hay que hacer una distinción entre “fantasma” y “espíritu” antes de tener una idea. Un fantasma es una persona que murió pero quedó conectada con nuestro mundo. Puede ser por dolor, por venganza, por asuntos inconclusos. Los fantasmas son por definición personas neuróticas que les cuesta dejar atrás viejos temas, incluso sus idiomas nativos. Si les hablan en algún idioma que los participantes no entienden, entonces pueden asumir que el pobre fantasma nunca cruzó al otro lado. En cambio, si invocan a un espíritu que saben que en su vida pasada hablaba una lengua diferente a la de ustedes, pero les habla fluidamente en cualquier idioma, entonces sabemos que es un ánima equilibrada que ya pasó a un plano superior. Pero ante cualquier duda, pregúnteselo a quien sea que este moviendo la copa… ¡si se atreven!