La sinestesia, un fenómeno neurológico sensorial peculiar en el que el estímulo proveniente de un sentido sensorial o cognitivo automática e involuntariamente activa otro sentido sensorial o cognitivo, es un tema increíblemente interesante e intrigante que consumirá la energía de muchos investigadores en el futuro próximo, y no tan próximo. Existen muchas variantes de la sinestesia: sinestesia con grafemas > color, sonido > color, y léxico > gusto, entre muchas otras. La primera describe al sujeto que asocia un color a un grafema determinado (letra o número); en la segunda se asocia un color a un sonido determinado, y en la última se produce un sabor en la lengua al escuchar un fonema o una palabra determinada. Nuestro interés aquí se limita a las primeras dos variantes de este fenómeno, que ha sido categorizado por algunos como un trastorno y, por otros, como un don.
Las personas que experimentan la sinestesia se denominan sinestéticos, y existen distintos grados de intensidad del fenómeno de un sujeto al otro. El estudio de la sinestesia se remonta hasta la Antigua Grecia, cuando los filósofos trataron de comprender el color de la música (lo que actualmente se denomina timbre musical) y cómo cuantificarlo. A fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX se llevaron a cabo muchas investigaciones entusiastas sobre el tema, hasta que la aparición del conductismo dentro de la psicología tornó al estudio de dichas experiencias subjetivas e internas un boleto para el olvido académico. No obstante, desde la revolución cognitiva de los años ochenta, han aparecido más y más estudios sobre la sinestesia, lo que trajo a la luz algunos descubrimientos excepcionales sobre el funcionamiento de la mente humana.
Lo que los sinestéticos nos muestran al resto de nosotros es que el lenguaje puede ser más rico de lo que nos imaginamos; las asociaciones que una palabra o un sonido pueden tener realmente van mucho más allá de los preconceptos convencionales que muchos lingüistas (escritores, traductores, etc.) se imponen a sí mismos y, en consecuencia, al resto de nosotros. Seguramente, a medida que se desarrollan las investigaciones en este campo fascinante, y específicamente en las formas en las cuales se relaciona con la capacidad lingüística de una persona, todos adquiriremos una comprensión más abarcativa de la lengua, en sentido amplio, y de su real dinamismo.