Cuando se reúnen profesionales del derecho, de la traducción y de la docencia, es difícil no sacar conclusiones muy interesantes para todas las partes de un debate.
Esta ha sido la situación que he vivido en la enriquecedora interacción con docentes universitarios de castellano, abogados en ejercicio de su profesión en el sistema judicial y legislativo, correctores y traductores. Y todo por una palabra…
Comparto la conclusión: en los documentos legales que van dirigidos al ciudadano común, no al profesional del derecho, el lenguaje debe ser preciso desde el punto de vista jurídico, pero debe ser «de fácil comprensión o simple». En estos documentos dirigidos al ciudadano, el texto debe ser entendido por una persona no formada en temas jurídicos, a fin de que cuando el ciudadano firme, sepa qué es lo que está firmando.
Es casi un deber ético para el redactor de estos documentos legales que el ciudadano comprenda en qué condiciones queda obligado con la firma, y no que su firma sea una mera “adhesión” casi “sin protesto”, porque el ciudadano no tiene de qué quejarse o qué preguntar, ya que no entiende el documento.
En este sentido, el Plain English Movement, movimiento nacido en Inglaterra que vela por la comprensión de los documentos legales que firma el ciudadano, es ampliamente refrendado en el mercado hispanohablante.
En nuestro próximo artículo vamos a escribir sobre este movimiento inglés, que ha sido la semilla que nos ha hecho tomar conciencia sobre la importancia de firmar documentos legales «comprendiendo lo que se firma».