El acto de traducir un texto a veces puede tener efectos que van mucho más allá de lo que puede vislumbrar el propio traductor. Lo único que se necesita es una rápida mirada a la historia para apreciar esto.
Por ejemplo, la traducción de la Biblia al latín fue uno de los principales factores que contribuyeron a la consolidación del Cristianismo por toda Europa durante el ocaso del Imperio Romano y después de su caída. Asimismo, siglos más tarde, la traducción de la Biblia a varias lenguas vernáculas (como la traducción de Martín Lutero al alemán) precipitaron la escisión de la Iglesia, evento histórico conocido como la Reforma Protestante.
En síntesis, la traducción es, sin lugar a dudas, una labor ignominiosa y no debidamente reconocida, pero, ocasionalmente, surge una traducción de tal importancia, de tal envergadura, que el mundo la percibe como un punto de referencia.