Como lingüistas muchas veces nos encontramos perplejos, sorprendidos, ¡hasta horrorizados! con la forma muy poco ortodoxa y alejada de las normas en que cada día más personas se comunican por medio de las redes sociales y la mensajería instantánea. A nivel mundial pareciera que nos encontramos ante el inicio del apocalipsis de la gramática y la ortografía. Independientemente del idioma, vemos cómo se masacran las palabras, tan sagradas para nosotros, en pos de poder seguirle el paso a la velocidad y la inmediatez de comunicación que ofrece la red. ¿Se trata del incumplimiento de las reglas a plena consciencia, por ignorancia de ellas, o es desidia? Pareciera ser que la necesidad de rapidez juega un papel preponderante, pero también encontramos que la proliferación de la comunicación electrónica e inmediata no solo lleva a la degradación del lenguaje…
Más allá de los «horrores» lingüísticos que podamos encontrar, la velocidad y la informalidad de estas «nuevas» formas de comunicarnos también nos llevan al uso de una creciente cantidad de coloquialismos. A diferencia del pasado, cuando estas expresiones se esparcían principal y lentamente de boca en boca, en la World Wide Web se esparcen, justamente, a nivel mundial. Así, ciertos regionalismos se comienzan a usar en lugares muy lejanos de donde se originaron, y algunas expresiones que antaño eran exclusivas de una región se convierten en parte del léxico usual de personas que no tienen ninguna conexión con esa región. Como ejemplo podemos citar el uso prácticamente global de ciertos acrónimos y siglas del inglés, como ser OMG, LOL, BTW, ASAP, FYI, que se han esparcido por todo el mundo principalmente por vía de memes, redes sociales y el uso del correo electrónico. En un ámbito más acotado, expertos en lingüística del Reino Unido han encontrado que es cada vez más frecuente escuchar a habitantes del norte del Reino Unido utilizar expresiones como lush o tidy, que se usan en Gales para decir que algo es atractivo; o escuchar a personas del sur del Reino utilizar el término mint, que es usado en la zona de Manchester para decir que algo es bueno. Y muchos de esos términos están comenzando a ser reconocidos ya no como pertenecientes a un solo idioma o a una sola región, sino a algo más amplio, es decir, algunos regionalismos se tornan en coloquialismos pertenecientes al idioma que engloba esos regionalismos, y algunos coloquialismos de un idioma están comenzando a formar parte de un idioma universal.
Vemos entonces que si bien es cierto que la velocidad de las nuevas formas de comunicación lleva a un uso más laxo de las reglas gramaticales y ortográficas, esa misma velocidad, y esa laxitud, también llevan al esparcimiento de un uso más natural y personal de la lengua. Y es el uso de una lengua el que permite su evolución y su supervivencia. No debemos olvidar que el lenguaje es de alguna manera un organismo vivo, que evoluciona y se desarrolla y se fortalece con su uso. Si se lo contiene dentro de un espacio geográfico acotado y con un limitado número de hablantes, se marchita, y eventualmente muere. Pero el movimiento es vida, y así la velocidad y la inmediatez de comunicación de las redes sociales y su falta de fronteras están manteniendo vivos y esparciendo muchos regionalismos y dialectos que son los que nutren a los lenguajes de nuevas expresiones, haciéndolos más ricos, coloridos y expresivos.