El otro día, cuando estaba leyendo un extenso artículo traducido del inglés al español (y que obviamente habían pasado por Google Translate para Traductores -GT4T- o un programa similar), tuve la certeza de algo: ¡Las máquinas no pueden reemplazar a los humanos! Al menos, no por ahora.
Para empezar, el texto original estaba escrito en muy mal inglés, y algunas partes tenían poco o ningún sentido. Lamentablemente, las máquinas no pueden reemplazar la capacidad de un traductor para dar sentido a una frase, ya sea por el texto o por el contexto que la rodea, o al utilizar su mejor criterio.
Al parecer, la máquina tampoco ha aprendido que los nombres de las personas y los pueblos que (en la mayoría de los casos) no cambian sólo porque estén escritos en un idioma diferente. Mr. John Bridge sigue siendo el señor John Bridge en español, y no Juan Puente como sugiere Google Translate (así como la ciudad de Buenos Aires no se convierte en Good Airs en inglés.)
Últimamente, la traducción automática se puesto de moda y a cada rato se lanzan nuevos servicios de traducción automatizada, que incluyen la romanización de alfabetos no romanos, traducción a partir de la voz o de SMS.
Lo más preocupante de todo este sofisticado software nuevo es que algunos traductores – ya sea debido a la pereza, una sobrecarga de trabajo o a la incompetencia – están entregando traducciones que se han hecho con estos programas y que luego editan mínimamente, si lo hacen.
La traducción requiere habilidad, una vida de aprendizaje, trabajo duro, experiencia, conocimiento y, en muchos casos, conocimientos específicos sobre un tema en particular. Por lo tanto, siempre es mejor utilizar un servicio de traducción profesional y dejar que la máquina traduzca en esas ocasiones en las que el tiempo es un problema, cuando el texto de origen es muy básico o cuando se va a hacer una edición muy exhaustiva.
Versión en inglés: Machines can’t replace human translators