Las lenguas eslavas pertenecen a la familia indoeuropea. Se hablan en gran parte de Europa Central, los Balcanes, Europa Oriental y el norte de Asia. Los hablantes suman 400 millones, aproximadamente, entre los que se encuentran rusos, bielorrusos, ucranianos, búlgaros, macedonios, serbios, croatas, eslovenos, polacos, checos y eslovacos.
Utilizan el alfabeto cirílico (bajo la influencia de la Iglesia ortodoxa) y el romano (bajo la influencia de la Iglesia católica). Antiguamente, se usaban, además, los alfabetos glagolítico y árabe. Y es que en algunas partes de Europa, existían pueblos que no tenían alfabeto propio, y lograron este avance cuando se lo “importaron”. Es, justamente, el caso de los eslavos a quienes les fabricaron un alfabeto con el fin de evangelizarlos.
La gran diversificación de la lengua común eslava se produce, coincidentemente, en el mismo período en el que el latín se desintegra en las lenguas romances.
Las lenguas eslavas están estrechamente relacionadas con el grupo báltico, pero también comparten ciertas innovaciones lingüísticas con otros grupos de lenguas indoeuropeas, como el indo-iranio y el armenio.