La unidad de traducción depende del texto en sí, es decir, hasta qué punto puedo entender el significado.
Tanto la palabra como la oración, el período y el párrafo en contexto deben ser objeto de análisis e interpretación, pero a la hora de traducir se trabaja con un todo semántico orgánico, el texto, que se articula mediante subunidades de sentido. Por ende, la unidad de traducción es todo el texto.
Newmark insiste en que la unidad de traducción, entendida como segmento del texto original a partir del cual el traductor puede emprender su reformulación en otra lengua, corresponde a una escala móvil: “The word, the lexical unit, the collocation, the group, the clause and the sentence –rarely the paragraph, never the text-«.
Este gran lingüista defiende una postura intermedia entre la unidad restringida de Vinay y Darbelnet y la unidad laxa de los teóricos del análisis del discurso, que consideran que la unidad de traducción es todo el texto.
La unidad de traducción, en cambio, es una frase que suele utilizarse comúnmente para hacer referencia a la unidad de análisis o interpretación y debería quizá reservarse para designar un segmento del proceso dialéctico de la negociación del sentido del texto de partida y su plasmación en la lengua de llegada.