En el mundo de la traducción existen distintos tipos de especializaciones. Desde la antigüedad, se ha recurrido a la traducción persiguiendo un objetivo comunicacional que -hasta la actualidad- permite la interrelación entre distintas sociedades alrededor del mundo y logra romper con las barreras socioeconómicas y culturales de una gran diversidad de lenguas.
Esta actividad ha permitido la creación y expansión de muchas otras y, a su vez, ha contribuido con el desarrollo de distintas sociedades en su totalidad por la extensa variedad de lenguas y por la gran necesidad que existe de un intercambio cultural. La traducción literaria, particularmente, ha sido una de las especializaciones más importantes en sus orígenes. Mediante la traducción, se lograban introducir las obras literarias a los idiomas más modernos y dar a conocer al resto del mundo gran parte de todo el material clásico existente -como poesías, cuentos y demás obras- que representaba un valor cultural de una época específica.
La traducción literaria se distingue del resto por traducir todos los ‘sentidos’ del texto -en su conjunto- debido a que el traductor debe conocer y profundizar en lo que quiso transmitir el escritor, buscar traducir el sentido y mensaje del texto respetando tanto los aspectos culturales como el estilo del autor. Por este motivo, resulta indispensable que el traductor tenga tanto conocimientos estilísticos como culturales, además de la creatividad.
La traducción literaria es un arte porque conlleva una recreación en la que el traductor debe sumergirse e investigar temas y, sin dejar de tener en cuenta los aspectos culturales y estilísticos del autor ni quiénes serán los destinatarios, ser capaz de producir una traducción que sea el fiel reflejo de su original en todo sentido.