Asterix fue una de mis primeras devociones como lector. Empecé a leer la historieta de tan pequeño que, incluso antes de entender que la historia transcurría en algún lugar de Europa hace dos mil años, noté que la convivencia de diversas lenguas era un elemento muy presente en toda la tira. Esto ocurría entre el idioma al que estaba traducido el texto original y la lengua que se hablaba en gran parte del imperio romano en la época en la que estaba ambientada la historieta. Para muchas palabras terminadas en –um había llamadas al pie de página donde se consignaba una equivalencia en español que dilucidaba un enigma característico de la colección.
Gracias a mis primeras incursiones en la gran obra de Goscinny y Uderzo, y mucho antes de convertirme en traductor profesional, tuve mis primeros interrogantes sobre la tarea que hoy me convoca y sobre cuán efectiva podría ser la traducción de un texto humorístico cuando éste último en buena parte se basa en la contrastación de distintos idiomas.
La conservación del uso del latín, en detrimento del idioma al que el texto fue traducido, habla a las claras de la función que se le quiere asignar a dicho idioma. ¿Qué pasaría con esos vocablos latinos, pensaba de pequeño, si Asterix fuera traducido al latín?
La traducción está presente en varios capítulos, principalmente en Asterix Legionario, en el cual conviven personajes de todo el imperio romano que son articulados a través de un intérprete. Por otro lado, la naturaleza viajera de los protagonistas de la tira los acerca episodio tras episodio a una enorme variedad de culturas que fomenta una fórmula humorística basada en la permanente contrastación de idiomas.
En Asterix en Bretaña, por ejemplo, abundan los chistes sobre la forma de hablar de los ingleses, sobre la gramática sajona (versus la gramática romance) y sobre un sinnúmero de frases hechas como “stiff upper lip”, que la versión española traduce literalmente como “mantén tu labio superior firme”. Con el escaso conocimiento del inglés que me asistía al momento de la lectura de este capítulo, podía entender la gracia de una traducción tan forzadamente literal, pero no podía dejar de pensar en cómo funcionarían esos recursos si se los tradujeran al inglés.
Los nombres de los personajes también constituyen una llamada de atención para quienes convivimos con más de una lengua y no podemos evitar preguntamos cómo funcionaría el nombre de tal o cual personaje en otro idioma.
El druida galo, que en español se llama Panoramix, recibe en inglés el nombre poco sutil de Getafix, que podría significar algo así como “Conseguir una dosis” (de una droga recreativa) y alude a la poción mágica que él mismo produce. En la efímera versión estadounidense de la serie, el druida era llamado Magigimmix (que podría traducirse como trucos de magia). En su versión para periódicos ingleses en la década del 70, se lo llamó Readymix (aunque coincidía con el nombre de una firma británica de cemento), ya que Getafix resultaba poco apropiado para niños.
Algunas de las 114 traducciones de Asterix son verdaderas obras de virtuosismo capaces de recrear en “el idioma de destino los juegos de palabras, alusiones y fórmulas ingeniosas de forma análoga a los originales franceses” (Wikipedia).