El traductor inicia la primera etapa del proceso traductor, la etapa de comprensión (exégesis). El objetivo es extraer todo el contenido y el valor expresivo del texto para luego reformularlos en la lengua de llegada.
La captación y la comprensión del texto no finalizan el proceso comunicativo abierto por el autor, sino que lo reinician, con lo cual el lector/traductor se convierte en portavoz del autor del texto original y, a la vez, en autor del texto traducido en otra lengua.
El traductor es también un lector atípico en la medida en que suele realizar lecturas en una lengua que no es la propia.
En cada una de las dos fases principales, comprensión y reexpresión, el traductor debe contar con una competencia lingüística óptima en sus idiomas de trabajo y, de forma no menos importante, con un amplísimo acervo de conocimientos.
El traductor debe esforzarse por ser el mejor lector del texto. En su primera lectura, el traductor se familiariza con el texto en su conjunto.
Los problemas de tipo textual (relacionados con elementos léxicos o conceptos desconocidos) exigen una solución específica.
Los problemas de tipo extratextual (relacionados con el motivo y la función deseados de la traducción) influyen en la estrategia traductora adoptada frente al texto en su totalidad. Una lectura intensiva es la base de un análisis sintáctico, semántico y pragmático del texto.