A menudo se habla sobre cómo el español rebosa cada vez más de anglicismos. Sin embargo, es interesante también observar que el inglés, en la actualidad, toma una gran cantidad de palabras prestadas del español.
Este fenómeno no es nuevo. Ya a finales del siglo XVIII en Estados Unidos se decía que algo era quixotic o que un acto era un peccadillo. De acuerdo con el escritor Bill Bryson, los nuevos habitantes estadounidenses tomaron prestadas más de 500 palabras de los primeros colonos españoles (como bukaroo [vaquero], bronco o hoosegow [juzgado]).
Una de las áreas en donde más se nota la influencia del español es en la comida. Los burritos, margaritas, empanadas, tacos, tequila, tapas, nachos y enchiladas son el pan de cada día de la lengua inglesa. También la música tiene ritmo español: merengue, cumbia, bolero, tango, flamenco, mambo, maracas y mariachi, por nombrar algunos.
Todos los idiomas se influyen los unos a los otros. Avocado, que pareciera surgir de la palabra “aguacate”, en realidad nace de la palabra ahuacatl del Nahuatl, del que el español tomó prestado en primer lugar. Lo mismo sucede con xocolatl, que primero se convirtió en chocolate en español y de ahí pasó a chocolate en inglés.
Antes de condenar una palabra por ser “extranjera”, quizás nos deberíamos acordar de que los idiomas, al fin y al cabo, se permean constantemente.
Así que adios, comrade, I’m off to my siesta. I’ll meet you later in the cafeteria: I’ll be the one carrying a machete, wearing a sombrero, and eating cilantro.