Desde hace unos años, la traducción automática es moneda corriente en las agencias de traducción. Un buen post-editing de una traducción automática puede generar los mismos resultados que una traducción y edición convencional. Sin embargo, no todos conocen este procedimiento, en especial traductores y editores.
De todos modos, si bien el post-editing es un proceso muy conocido y frecuentemente utilizado en la industria de las agencias de traducción, todavía no se lo conoce con precisión en el mundo de la traducción independiente. De hecho, muchos traductores lo consideran una metodología novedosa. Lejos está de serlo. La aspiración de acceder a artilugios mecánicos que nos permitan superar las barreras lingüísticas viene de mucho tiempo atrás.
Ya en el siglo XVII se utilizaban diccionarios mecánicos (basados en códigos numéricos universales) que facilitaban el uso del lenguaje con el objetivo de crear una lengua universal que permitiese establecer una comunicación entre toda la humanidad dejando de lado las ambigüedades. Obviamente, esto se remonta a mucho tiempo antes de la creación de las computadoras. No resulta extraño entonces que con el surgimiento de las computadoras, allá por la década de 1940, la aplicación de la traducción automática fue surgiendo como una práctica innovadora.
Ya en tiempos contemporáneos, la práctica de la traducción automática fue creciendo cada vez más, sobre todo en Europa. En España, por ejemplo, la investigación pasó por diferentes etapas. Una de ellas, por ejemplo, data del año 1985, cuando empresas internacionales como IBM, SIEMENS y FUJITS comenzaron a investigar en el campo de la traducción automática.
A partir de esas investigaciones, el uso de esta práctica fue desarrollándose cada vez más mediante métodos de perfeccionamiento, hasta transformarse en lo que es hoy en día, una herramienta frecuentemente utilizada en la industria de la traducción.