Para entender el mercado actual de traducción y las nuevas tendencias, es necesario remontarnos a los orígenes de esta disciplina y ver paso a paso su evolución.
La función primordial de la traducción fue lograr que el documento original fuera entendido por un número mayor de personas, es decir, el traductor aumentó el número potencial de personas que recibieron el mensaje de cada autor.
Por facilitar y permitir la divulgación de información, el traductor ha sido históricamente un gran agente de progreso.
El primer gran mercado que reconoció los beneficios de la traducción fue la Iglesia, ya que contaba con miembros letrados. Los primeros traductores eran, pues, hombres de fe que manejaban varios idiomas.
Estos hombres cultos inspirados por su fe deseaban divulgar la palabra del Señor a todos los hombres de la Tierra.
Fue en este contexto histórico que Jerónimo de Estridón tradujo la Biblia (el mensaje divino) del griego y el hebreo al latín, lengua del pueblo, que por aquel entonces no entendía el griego o el hebreo. El documento fuente fueron las Sagradas Escrituras. El documento traducido por Jerónimo fue llamado la Vulgata, que significa “versión para el pueblo”. Su traducción, que data del año 405, abrió la lectura y el mensaje divino a todos los hombres del pueblo, con lo cual la Iglesia amplió potencialmente la difusión de su mensaje de fe.
La Vulgata, como traducción de quien fuera San Jerónimo, fue distinguida como el texto bíblico oficial de la Iglesia católica romana hasta 1979, lo cual demuestra el detalle y el esfuerzo de este traductor en su labor.