Una de las características que hacen del inglés una lengua tan accesible y fácil de aprender, al menos desde un punto de vista gramatical, es su neutralidad cuando se utilizan los sustantivos y artículos (sobre todo estos últimos) femeninos y masculinos. Las lenguas romances, como el español, francés, italiano y portugués, son lenguas sensibles al género, donde la diferenciación entre masculino y femenino es evidente. Cualquier hablante nativo de una de estas lenguas se da cuenta de lo fácil que es aprender inglés si se compara con el desafío que enfrentan los hablantes de inglés al utilizar artículos y combinar su género con el de sus sustantivos correspondientes.
Los traductores son propensos a cometer errores clasificados como discordancias de género, que por supuesto resultarían inaceptables para los clientes. Es importante ser conscientes de tales detalles. Queremos satisfacer las necesidades de nuestros clientes y ofrecer una traducción correcta; es decir, ponernos en sus zapatos, así que adentrémonos un poco más en el tema. Hay muchas variaciones de género de un idioma a otro, a pesar de hablar de lenguas romances relacionadas. Por ejemplo, en español, el sustantivo «coche» es masculino y es precedido por un artículo masculino, es decir, «el coche», pero en francés, es femenino y es precedido por un artículo femenino, es decir, «la voiture». Esto puede ser bastante difícil de asimilar, ni que hablar de aprender si uno no es un hablante nativo de una de dichas lenguas. Incluso nos encontramos con muchos sustantivos irregulares y artículos que no coinciden siempre, incluso dentro de la misma lengua, por ejemplo, debido a la «cacofonía». Esto es algo que los hablantes de español sabemos de memoria. El artículo español «el» y los sustantivos «agua» o «área» no siguen la regla de coincidencia entre los géneros. Si tanto el «agua» y «área» son femeninos, ¿por qué están precedidos por un artículo masculino? La respuesta es bastante lógica. Con el fin de evitar un doble sonido «a» («la-agua»), que es mucho más difícil de pronunciar, y que también podría sonar como la palabra «lagua», una deliciosa sopa de maíz boliviana, la solución más simple es usar el artículo masculino. Sin embargo, dado que «agua» es por naturaleza femenina, el género de la palabra no cambia, lo que significa que la forma correcta de utilizar en una frase sería, por ejemplo: «el agua está fría».
Al comparar el inglés con el español, en lo que se refiere a sustantivos relacionados con el género, algunas normas relativas a la naturaleza sensible al género de la lengua española parecen cambiar. La RAE (Real Academia de la Lengua Española), el principal regulador de la lengua, ha ido actualizando de la utilización de ciertos sustantivos relacionados con el género. En inglés, no hay muchos sustantivos que pueden ser utilizados exclusivamente para los sujetos masculinos o femeninos. Por ejemplo, en el caso de profesiones u ocupaciones, sustantivos como arquitecto, ingeniero, abogado, solo para nombrar unos pocos, son utilizados para ambos sexos. Solo hay algunas excepciones cuando se trata de especificar el género, como «policewoman» (mujer policía), «male nurse» (enfermero), etc. El idioma español, sin embargo, diferencia el género cuando se trata de este tipo de sustantivos. Así, nos encontramos con «arquitecto» y «arquitecta», «ingeniero» e «ingeniera», «abogado» y «abogada». Aunque hay algunos puristas del lenguaje que se oponen a dicha diferenciación, la RAE ha comenzado a incluir y aceptar estas modificaciones de género.
Se puede argumentar que el idioma español es una representación de la naturaleza machista de las lenguas romances, y con el movimiento actual de la defensa del rol igualitario de la mujer en la sociedad, este argumento es cada vez más fuerte. Los puristas podrán argumentar lo contrario, pero al igual que los seres humanos han hecho durante siglos, los idiomas también tienen derecho a evolucionar.