Etimología: del latín “etymologĭa”; y también del griego “ἐτυμολογία”, formada por “ἔτυμος étimos” (“elemento verdadero, auténtico”), y “λογία” (“tratado, estudio”).
En resumen, la etimología es el estudio del significado de las palabras, o de sus partes. El latín y el griego son por ejemplo dos “pesos pesados”, ya que dan origen a muchísimas palabras en múltiples idiomas y conociendo los significados de estas palabras, uno puede deducir el significado de muchas otras y construir aún más.
Un par de ejemplos: “antropo” viene del griego y significa “hombre”, “logía” significa ciencia o estudio, entonces “antropología” es la ciencia que estudia la raza humana. A su vez, “fagia” se refiere a la acción de comer, por lo cual un antropófago es un caníbal. “Ornito” significa “ave”, así que un animal ornitófago se alimenta exclusiva- o principalmente de aves.
Se pueden reconocer, construir y explicar infinidad de palabras aprendiendo la etimología de sus componentes, y no se limita solamente a las raíces griegas o latinas. Dependiendo del idioma, los orígenes e influencias pueden ser sorprendentes. Un claro ejemplo es el idioma español, que tiene palabras que provienen del árabe (España estuvo varios siglos bajo el poder musulmán, ¿recuerdan?) y muchas palabras que creemos que son propias de esta lengua, tienen origen árabe, por ejemplo “ojalá” que significa “si Alá quiere”. ¡Si lo supieran los cristianos!
Así como cada ser vivo lleva toda su historial evolutivo guardado en su ADN, las palabras contienen información sorprendente sobre sus orígenes, que pueden partir de una cultura, ser influenciada por otra e ir enriqueciéndose, redefiniéndose y adaptándose a cada momento de la historia de la humanidad. Cada palabra de cada idioma pasa de una generación a la otra y expandiéndose hacia nuevos horizontes, y la etimología es la que nos permite tener una idea de su significado inicial y sus variaciones a lo largo de su trayectoria lingüística.