La fantasía y la ciencia ficción son dos géneros literarios y cinematográficos particularmente reconocidos por el fanatismo de sus seguidores. Tomemos por ejemplo el estreno de una nueva película de Star Wars, o la publicación del último libro de Harry Potter: niños, adolescentes e incluso adultos vestidos como sus personajes favoritos, con el absoluto deseo de ser parte de las historias que les gustan. Algunos de los trajes y los dispositivos son realmente creativos y bien armados.
El fanatismo puede tomar muchas formas. Los fans de una marca y modelo de coche específico, por ejemplo, pueden rendir homenaje a sus objetos de admiración limpiándolos obsesivamente. En algunos casos más extremos, pueden hacerles insólitas modificaciones. Hay hinchas de clubes de fútbol que se ponen el uniforme y van al estadio todos los domingos, y así sucesivamente. Durante mucho tiempo se nos animó a que nos convirtamos en fanáticos de las redes sociales y sus «páginas de fans», hasta que bajaron el tono y simplemente nos permitieron ponerle un «me gusta».
Pero en fin, volvamos a la ciencia ficción. Realmente creo que la ciencia ficción sabe mejor en español. Los escritores de ciencia ficción tienden a tener ideas increíbles, un gran sentido del suspenso y desarrollo de la trama, pero a veces les falta algo de expresión y registro. La literatura de Asimov, por ejemplo, es bastante concreta en inglés. Pero si leen a Isaac Asimov en español, la experiencia es completamente diferente. De repente, su obra se lee más como literatura clásica, con todos los adornos que una lengua romance con una rica tradición poética puede proporcionar. Un escritor talentoso puede, a través de la traducción, hacer que una pieza cobre vida sin alterar su esencia.
La traducción ofrece la oportunidad para el mejor tributo y la mejor experiencia para el fanático. Es la especie de remake que uno querría ver. Al conservar la esencia, al embellecer y perfeccionar la forma, la traducción se aleja completamente de las salpicaduras de CGI de nuestras películas favoritas.
Algunos de los más grandes escritores han rendido homenaje a sus obras preferidas y las han hecho, en mi opinión, un poquito mejor. Poe traducido al francés por Baudelaire, por ejemplo, está muy bien logrado. Lo mismo puede decirse de las historias antiguas anglosajonas reconstruidas por Jorge Luis Borges, que son increíbles, y de las traducciones de poemas antiguos al inglés realizadas por Ezra Pound.
Así que no teman que el sentido se pierda en la traducción. Puedo asegurar que un traductor, un buen escritor, hará un excelente trabajo.