En un mundo cada vez más globalizado se generan contenidos para múltiples áreas y plataformas, desde aplicaciones (o «apps») para Smart Phones y Tablets hasta interfaces de usuario para programas de computadora, pantallas interactivas y páginas web. Y también para soportes clásicos como libros, folletos, carteles, y cualquier cosa que contenga texto.
Hoy en día los conceptos de internacionalización y localización son más conocidos que hace una década. Los desarrolladores de software, diseñadores gráficos, editoriales, etc. se toman muy en serio el proceso de selección de los elementos de un contenido que se publicará en diferentes regiones del mundo, de modo tal que un diseño original pueda adaptarse a diferentes idiomas y culturas con un mínimo de modificaciones para lograr el efecto esperado.
¿Pero qué pasa si no se sabe desde el primer momento si un producto, sea el que fuere, será efectivamente publicado y vendido en otros países? Por las dudas, sería una excelente idea tener en cuenta los siguientes puntos para evitar dolores de cabeza innecesarios a la hora de internacionalizarlo:
- Prever la expansión y contracción de textos: Las mismas oraciones en distintos idiomas pueden ser más largas o más cortas que en el idioma original. Por ejemplo, los textos que se traducen del inglés al español suelen ser considerablemente más largos, y esos “espacios extra” deben ser contemplados en el soporte (ya sea físico o digital) del texto traducido. Un ejemplo simple es la señal de tránsito “Yield” en inglés, que en español es “Ceda el paso”.
- Intentar evitar rimas o juegos de palabras: En la gran mayoría de los casos no funcionarán en otros idiomas. Se podrán encontrar equivalentes pero seguramente no tendrán el mismo impacto o gracia que en el idioma original.
- Elegir sabiamente la propuesta cromática: Los colores pueden significar cosas distintas o incluso opuestas en otras culturas. Por ejemplo el rojo puede simbolizar el amor o la pasión en un lugar, y el odio en otro.
- Seleccionar imágenes neutras, o en su defecto, hacer distintas selecciones gráficas de acuerdo al target cultural. La imagen de una mujer en bikini mostrando un producto puede ser atractiva en un lugar, pero condenada por la cultura o religión en otro.
En líneas generales, el público siempre espera identificarse con lo que lee y ve. La internacionalización y la consiguiente localización son algo que va más allá de una mera traducción. Los consumidores no solo quieren tener acceso a productos en su idioma, sino también leerlos en sus propios códigos y jerga, ver imágenes de gente de la misma raza y cultura, sentir que comparten los mismos gustos y tendencias. De esta manera es mucho más fácil comunicar un mensaje y lograr que un producto sea aceptado y asimilado en todo el mundo.
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