Estos términos se han vuelto de suma importancia en el mundo de la traducción: internacionalización y localización.
La internacionalización es el proceso que se utiliza para diseñar software de manera tal que pueda adaptarse a diferentes idiomas y regiones, sin que sea necesario realizar cambios de ingeniería ni en el código. La internacionalización es la capacidad de una Web de poder ser traducida.
La localización es el proceso de adaptar el software para una región específica mediante la adición de componentes específicos y la traducción de los textos, por lo que también se le puede denominar regionalización. La localización es el proceso de traducción de una página. No obstante la traducción literal del inglés es la más extendida.
Algunas empresas, como Microsoft e IBM, usan el término globalización para referirse a la combinación de internacionalización y localización.
Internacionalización y localización son dos de los conceptos más en boga en la moderna industria del lenguaje.
La Internet no conoce de idiomas, o mejor dicho, conoce todos los idiomas. Ofrecer una Web multi-idioma derriba todas las barreras idiomáticas que podrían impedir a un visitante acceder a una Web y multiplica las posibilidades de establecer lazos con clientes de todo el mundo.
Cualquier proyecto web que se realice debería contemplar desde un principio la internacionalización de los contenidos, incluso en el caso de que no vayan a ser localizados desde un principio. De esta manera, cuando llegue el momento, se evitará tener que tirar todo el trabajo a la basura y empezar de cero.
Para que una página web pueda ser localizable es indispensable que presente una estructura modular en la que el contenido sea independiente de la presentación.
Una vez que comencemos a traducir nuestra Web, nos enfrentaremos a diversos problemas relacionados con la diversidad y disparidad de idiomas que existen.
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