Ahora mismo, mientras escribo está teniendo lugar el primer partido que se disputa en el esperado mundial de fútbol de Sudáfrica. La euforia que desata este tipo de acontecimientos es palpable y los preparativos y necesidades que surgen en el país anfitrión son numerosos, entre los que se encuentran asimismo cuestiones idiomáticas, no sólo por la afluencia de público de todas partes del mundo, sino porque el propio país que acoge este evento tiene unas características determinadas. Pongámonos en situación. En Sudáfrica existen 11 lenguas oficiales que comprenden el inglés, afrikáan, zulú, xhosa, sotho del norte, sotho del sur, tswana, swazi, tsonga, venda y ndebele. De todas ellas, las más habladas son el afrikáans (que deriva del holandés) y el inglés que lo utilizan las diferentes comunidades para comunicarse entre ellas.
De hecho, tratando de alguna manera de plasmar esa diversidad idiomática, el nombre de la mascota oficial del mundial es Zakumi, un compuesto de “ZA”, que es el código internacional de Sudáfrica y “kumi” que significa 10, por el año en el que se celebra el torneo y que designa esa cantidad en varios idiomas africanos. Igualmente, el portavoz del comité que organiza el mundial dijo que este nombre también puede significar “ven aquí” en varios idiomas del país, tratando así de englobar, o de alguna manera, hacer que una parte importante de la población se identifique con el nombre de este personaje que de alguna manera hace referencia a su lengua, tratando de que el mensaje llegue a la mayor cantidad de gente posible.
Con esta mezcla de idiomas en el propio país anfitrión y el aluvión de personas procedentes de todas partes del planeta quizás sea una obviedad decir que probablemente se han desplazado a Sudáfrica una cantidad importante de intérpretes de diversos idiomas para ayudar en la comunicación eficaz entre personalidades, para ayudar a comprender las declaraciones de los técnicos y los futbolistas en sus distintos idiomas, así como una cantidad importante de traductores necesarios para la traducción de documentos de muy diversa índole, por no hablar de las necesidades a nivel personal que tendrán las personas que viajen a este país africano y que no dominen otra lengua que la propia (por ejemplo, hablar sólo español).
Surge a este respecto la reacción del oportunista: leí una divertida noticia de cómo un camerunés, que es peluquero de profesión, se trasladó a Sudáfrica para ejercer de “intérprete espontáneo”, al dedicarse a ir a los aeropuertos o lugares de llegada de visitantes y ofrecer «sus servicios «con un cartel en la mano que dice: English, Spanish y French. Por lo visto, aunque evidentemente no es un servicio profesional y a veces la comunicación no es fluida, le saca las castañas del fuego a más de uno que se aventura a ir a un país desconociendo por completo la lengua que se habla en éste.
Casos divertidos aparte, lo que queda claro es que la labor de los profesionales de la lengua, tanto de traductores como de intérpretes, es esencial en nuestro mundo actual y en países donde la diversidad idiomática es una realidad.
Disfruten del mundial y su multiculturalidad.