“Se tomará un examen en base a la bibliografía leída”. Disculpe, profesor, pero esa frase es correcta solo si está hablando en espanglish. Al menos la oración es gramatical y cualquiera puede confundirse. Hay peores: “Llámame para atrás” (Call me back). No solo es una oración absurda, sino que también desafía las leyes del tiempo. Hay otras expresiones igual de surrealistas, como “Vacunar la carpeta” (to vacuum the carpet), que nos demuestran que las palabras pueden despojarse de su verdadero significado en pos de crear fácilmente una frase funcional. Existen otros más burdos: “Rapearon a una tinajera”, puede escucharse en cualquier barrio latino de Miami. Y si alquilamos un auto, no deberemos sorprendernos si el dueño del local nos dice “Pónchale la breka, eh” o “Parquea bien el carro”.
Pero el espanglish va mucho más allá del uso de palabras extranjeras adaptadas a nuestro idioma. También existen los llamados “falsos amigos” que pueden hacer que una oración se convierta en un rompecabezas: “Tengo que aplicar una forma para un excuse me de trabajo”. ¿No será “Tengo que solicitar un formulario para un permiso de trabajo”?
Otro ejemplo de palabras tramposas: “Sería sensible atender el colegio eventualmente”. El significado verdadero es “Sería sensato asistir a la universidad en algún momento/con el tiempo”.
Los préstamos y calcos están a la orden del día también. Desde la canilla que “liquea” para arreglar, hasta encender el “abanico” cuando hace calor, pasando por “rufero” para que nos arregle el techo junto con el “plastero”. Y si nos enfermamos porque está “culísimo”, la “norsa” nos cura. ¡Qué relieve, vamos a poder ir de lonche y a la marketa!
Más allá de lo ridículos que puedan sonar algunos ejemplos, todos son reales y todos son usados por millones de personas en Estados Unidos. Algunos, incluso, se han naturalizado y ya forman parte de nuestro vocabulario cotidiano: “cliquear”, “estoquear”, “escrolear”, “friquiar”… tarde o temprano, muchas de las expresiones que nos resultan tan foráneas, podrían incorporarse a nuestro vocabulario habitual. Y nadie debería quejarse, el idioma es una cosa viva, orgánica, que va mutando según la voluntad de sus hablantes.
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