Para quienes entramos al mundo de las traducciones antes de la aparición de Google, y fundamentalmente para quienes solemos traducir del inglés al español, la llegada del gigante de Silicon Valley ha constituido un sinfín de recursos que no dejan de sorprender a profesionales y clientes por igual.
No me voy a referir a los recursos más conocidos sino que me voy a abocar a un recurso muy específico que resulta determinante al traducir del inglés al español o, para el caso, de una lengua no tan manifiesta en materia de género (como el inglés) a un idioma mucho menos ambiguo en este sentido (como el español).
Hace un tiempo publiqué una entrada sobre un juego entre angloparlantes quienes intentan referirse a alguien sin dar a entender si se trata de un hombre o una mujer. Este juego de palabras echa luz sobre la dificultad a la que los traductores nos enfrentamos cuando nos topamos con oraciones como esta:
“Dr. Alex James is determined to treat the patient…”
En esta oración tenemos un dilema por partida doble: la incógnita sobre el género del profesional de la medicina, como Alex es un nombre tanto de hombre como de mujer, se traslada inevitablemente al género del participio en su traducción de un idioma a otro. En muchos casos existen formas —perífrasis mediante— de salir airoso de estas situaciones ambiguas y obtener un resultado aceptable sin excluir ningún elemento crucial del texto de origen.
Y es aquí donde cobra sentido este costado insospechado del ya célebre motor de búsqueda, en la posibilidad de arrojar resultados en forma de imágenes (incluso cuando lo que se busca no es una imagen sino la evacuación de una duda que propaga interrogantes dentro de la oración que la contiene) gracias a las cuales el traductor puede acercarse a constatar si un nombre pertenece a un género o a otro, lo que ayuda a dirimir este tipo de disyuntivas que otrora resultaba costosísimo aclarar.