Cuando un traductor comienza su carrera, cree que simplemente recibirá textos a traducir sin mayores datos sobre el área de especialización.
Esto dista mucho de la realidad del mercado. Hoy por hoy, la industria de la traducción está altamente especializada por sector de la economía. Por lo tanto, cada traductor se especializa en la terminología propia del segmento económico del cliente (ingeniería, medicina, contratos, administración). Asimismo, cada cliente tiene sus propias preferencias lingüísticas respecto del vocabulario utilizado en sus traducciones.
Y sobre este punto deseo detenerme. Más allá de las expresiones correctas según el Diccionario de la Real Academia Española, por ejemplo, que nos ilustra sobre miles y miles de vocablos, está la consistencia terminológica que busca cada cliente para “jugar” con los lemas de publicidad que ha lanzado recientemente al mercado, por ejemplo. En ese marco individual personalizado de armonía lingüística de cada cliente aparecen los glosarios personalizados por cliente, que reflejan la traducción que se ha utilizado y que es la única válida para todos los proyectos de ese cliente, más allá del resto de traducciones correctas que pueden pensarse por los profesionales de la industria.
Es el cliente el que debe facilitar al equipo de traductores antes de comenzar el proyecto el marco lingüístico que prefiere, debido a que se complementa mejor con el resto del flujo de documentación que maneja la empresa. Sabemos que cada empresa tiene su personalidad, su perfil comercial dentro del mercado. Ese perfil deberá reflejarse en sus traducciones a través del glosario, que verán en su pantalla de trabajo todos los traductores que participen en el proyecto, dado que los glosarios personalizados son cargados en forma automática a programas informáticos de asistencia en la traducción.
Sobre la gestión terminológica de cada proyecto, ya hemos hablado en detalle en ¿Qué es MultiTerm?